Qué otras vacunas que no son obligatorias conocen? ¿Qué enfermedades previenen?
Respuestas a la pregunta
también existen otras vacunas (todas disponibles en el vacunatorio CLC), que no son de uso obligatorio, pero que es necesario conocer para saber en qué caso aplicarlas. “Éstas son vacunas para uso individual y es decisión de cada pediatra frente a su paciente recomendarlas o no.
Es por esto que los padres deben estar al tanto para tomar decisiones informadas
y responsables”, señala el pediatra de CLC, Marcos Skármeta.
NEUMOCOCO
La bacteria conocida como “neumococo” es la causante de la mayor cantidad de casos de meningitis en el mundo. La única forma de prevenir su aparición es una vacuna optativa que se inyecta en cuatro dosis, a los 2, 4, 6 meses, y entre los 12 y los 15 meses. Si bien protege entre un 50 a 70% de los niños vacunados, “sería ideal que se vacunaran todos, por la gravedad
de la patología”, explica el doctor Skármeta. “Especialmente, deberían vacunarse aquellos que tienen más alta probabilidad de enfermar: prematuros o niños en sala cuna, niños con síndrome de Down, con inmunodefi ciencias, con uso repetido de antibióticos o con ausencia de lactancia
materna”. Esta vacuna también protege contra la sepsis, parcialmente la neumonía y la otitis.
VARICELA O PESTE CRISTAL
Se aconseja vacunar a todos los niños contra esta enfermedad que, pese a considerarse benigna, puede provocar problemas graves, entre ellos, meningoencefalitis y bronconeumonía, además de malformaciones y complicaciones severas del feto o del recién nacido cuando la mujer contrae el
virus durante el embarazo. Se aplica en dos dosis, una, a partir del año y la otra, entre los 4 y los 6 años; después de los 13 años, debe darse en dos dosis separadas por 30 días. En casos de niños mayores de seis años y menores de 13 que no hayan sido vacunados, es posible vacunarlos previa
consulta con su pediatra. Si ha estado en contacto con un enfermo de varicela, se puede vacunar dentro de los primeros 4 días, con una orden del pediatra.
ROTAVIRUSIRUS
Posee un 95% de efi cacia contra las formas más graves de la patología, que frecuentemente exige hospitalización y que se caracteriza por producir gastroenteritis aguda y se asocia a la deshidratación. Se administra por vía oral en dos dosis, la primera, a partir de la sexta semana de vida, y la segunda, debe ser entre las cuatro y ocho semanas después de la primera dosis,
plazo que no hay problema en alargar siempre que no se pase del sexto mes.
HEPATITI HEPATITIS AS A
Es diferente a la vacuna contra la hepatitis B, incluida en el Plan Nacional. Inyectable, tiene un 95% de efi cacia, se puede colocar desde el año de vida hasta los 18 años en dos dosis separadas por 6 meses, y protege hasta la edad adulta. Esto es importante porque a pesar de que la hepatitis A no es grave en 99% de los casos, en 1% restante tiene complicaciones que implican un potencial riesgo de vida.
VIRUS PAPILOMA
Contra las infecciones del virus papiloma que son la principal causa de cáncer cervicouterino en las mujeres, se aplica con una inyección intramuscular en tres dosis y protege del contagio por 4,5 años. Está prescrita para mujeres de 9 a 26 años y sólo es efectiva en aquellas que no han
adquirido el virus.
Respuesta:
- La rabia
la vacunación vino de mano de Pasteur, quien, además de realizar grandes avances en el conocimiento de los microorganismos, fue el padre de la vacuna contra la rabia. Quien había sido mordido de camino a la escuela. Eficaz durante el periodo de incubación, la vacuna evitó que el pequeño desarrollara la enfermedad.
- La fiebre amarilla
La vacuna ha ayudado a prevenir millones de casos de esta enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. Sin embargo, todavía hay 47 países de África, América Central y Sudamérica en los que es endémica.
La fiebre amarilla sigue siendo endémica en muchos países.
La fiebre amarilla sigue siendo endémica en muchos países. dfuhlert Pixabay
- El sarampión
La falta de vacunación está produciendo brotes de sarampión en Europa a pesar de que desde la década de los sesenta existe —gracias al trabajo de John Franklin Enders, premio Nobel en Fisiología o Medicina— una vacuna basada en el virus atenuado que protege contra la enfermedad.