Religión, pregunta formulada por Jisxxni, hace 2 meses

¿Qué opinión te parece las penas aplicadas por el Tribunal de la Santa Inquisición?


Es para hoy ;-; (mi bimestre depende de esto)

Respuestas a la pregunta

Contestado por vargasbenitezkattymi
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Respuesta:

El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición tenía como atribución esencial la  defensa de la fe católica, seriamente amenazada por los ataques de los herejes. La  palabra herejía es una derivación de un término griego que significa "elijo", "quiero",  "escojo". Su derivado "hereje" era empleado para calificar a aquellas personas que  sostenían opiniones o creencias contrarias a la fe de Cristo y de su Iglesia.  "Uno de los mayores males y pecados que hay en la Iglesia de Dios es la  herejía. No disputo ahora si puede haber otro pecado mayor, porque, claro  está, que el odio formal de Dios mayor pecado sería. Pero esos pecados acá  comúnmente no se hacen; allá en el infierno hay eso. Pues digo que de los  pecados que comúnmente suele haber en los hombres, la herejía, con la cual  se apartan de la Iglesia, dicen que es el mayor. Y con razón, porque fuera  que destruye el fundamento de toda la Religión cristiana, que es la fe, y otras  razones que hay, ¿no os parece que es grandísima y extremada soberbia  fiarse uno tanto de sí mismo y aferrarse tanto en su propio juicio, que venga a  creer y tener por más verdadero lo que a él le parece y se le antoja, que lo  que a la Iglesia católica romana ha determinado que se crea, y que se ha  aprobado en tantos Concilios, donde se ha juntado la nata de todo cuanto  bueno ha habido en el mundo, así en letras como en santidad, y se ha  confirmado con la sangre de tantos millares de mártires que han muerto por  ello, y con innumerables milagros que se han hecho en su confirmación? ¿Y  que venga el otro a decir: pues más creo yo en lo que he soñado esta noche,  o lo que me dice un Martín Lutero, hombre malo y perverso, apóstata, deshonesto y amancebado sacrílegamente? ¿Qué mayor soberbia y locura,  qué mayor ceguedad y disparate puede haber?".

Tanto entonces como ahora, la Religión Católica no es concebida ni vivida como el  producto de la elección de unos creyentes ni de la acción de un líder, un gran  personaje histórico o un caudillo; ni siquiera es fruto de la elaboración teórica de la  humanidad. Más bien, es entendida y comprendida como producto de la Revelación  Divina, a través del Verbo Encarnado, Cristo. Los dogmas católicos son expresiones  de dicha Voluntad Divina, no de la libre elección de unos hombres, por más sabios  que sean. Fue Cristo mismo quien encomendó a su Iglesia la trasmisión de tal  

Revelación a la humanidad: el anuncio de la Buena Nueva.

Explicación:

Contestado por dladinov
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El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición tenía como atribución esencial la  defensa de la fe católica, seriamente amenazada por los ataques de los herejes. La  palabra herejía es una derivación de un término griego que significa "elijo", "quiero",  "escojo". Su derivado "hereje" era empleado para calificar a aquellas personas que  sostenían opiniones o creencias contrarias a la fe de Cristo y de su Iglesia.  "Uno de los mayores males y pecados que hay en la Iglesia de Dios es la  herejía. No disputo ahora si puede haber otro pecado mayor, porque, claro  está, que el odio formal de Dios mayor pecado sería. Pero esos pecados acá  comúnmente no se hacen; allá en el infierno hay eso. Pues digo que de los  pecados que comúnmente suele haber en los hombres, la herejía, con la cual  se apartan de la Iglesia, dicen que es el mayor. Y con razón, porque fuera  que destruye el fundamento de toda la Religión cristiana, que es la fe, y otras  razones que hay, ¿no os parece que es grandísima y extremada soberbia  fiarse uno tanto de sí mismo y aferrarse tanto en su propio juicio, que venga a  creer y tener por más verdadero lo que a él le parece y se le antoja, que lo  que a la Iglesia católica romana ha determinado que se crea, y que se ha  aprobado en tantos Concilios, donde se ha juntado la nata de todo cuanto  bueno ha habido en el mundo, así en letras como en santidad, y se ha  confirmado con la sangre de tantos millares de mártires que han muerto por  ello, y con innumerables milagros que se han hecho en su confirmación? ¿Y  que venga el otro a decir: pues más creo yo en lo que he soñado esta noche,  o lo que me dice un Martín Lutero, hombre malo y perverso, apóstata, deshonesto y amancebado sacrílegamente? ¿Qué mayor soberbia y locura,  qué mayor ceguedad y disparate puede haber?".

Tanto entonces como ahora, la Religión Católica no es concebida ni vivida como el  producto de la elección de unos creyentes ni de la acción de un líder, un gran  personaje histórico o un caudillo; ni siquiera es fruto de la elaboración teórica de la  humanidad. Más bien, es entendida y comprendida como producto de la Revelación  Divina, a través del Verbo Encarnado, Cristo. Los dogmas católicos son expresiones  de dicha Voluntad Divina, no de la libre elección de unos hombres, por más sabios  que sean. Fue Cristo mismo quien encomendó a su Iglesia la trasmisión de tal  

Revelación a la humanidad: el anuncio de la Buena Nueva.

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