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MORAL COMO ESTRUCTURA Y MORAL COMO CONTENIDO
Gran parte de lo que decimos en este punto se lo debemos a las reflexiones y a la terminología de
Zubiri y Aranguren.
Lo primero es saber que el hombre tiene una estructura moral. Esta estructura moral es algo dado
por su propia constitución psicobiológica, por su propia naturaleza. Ya hemos visto al tratar los temas
de antropología, que la naturaleza, lo que es genético y heredamos, queramos o no, no acaba nuestro
ser, que las pautas innatas de conducta no explican todo nuestro comportamiento. El hombre no puede
vivir sólo de sus impulsos o pautas innatas, sino que ha de aprender, y ha de construir su vida mediante
elecciones.
Como el hombre está liberado de los instintos, ha de vivir también desde algo que no sea un
mecanismo natural, y para ello cuenta con sus creencias, ideas, y decisiones.
Liberado de los instintos, el hombre queda abierto ante una realidad que le ofrece diversas
posibilidades de respuesta, por lo que a la "libertad de" ha de añadirse ahora una "libertad para" elegir
entre esas posibilidades. La elección se hará en virtud del gusto o del deber, según los casos, pero lo
importante es que esa elección ha de hacerse, pues ninguna posibilidad nos obliga de un modo
exclusivo a que la hagamos real.
Siendo esto así, el hombre no tiene más remedio que construir su vida con esas elecciones que no le
vienen obligadas ni por su naturaleza ni por las posibilidades. La vida consistirá entonces en las
apropiaciones que con las decisiones vayamos incorporando a nuestra biografía.
Las decisiones y elecciones que realizamos, especifican nuestra libertad, la concretan, la delimitan,
pues hacen reales sólo algunas posibilidades, dejando necesariamente fuera la realización de otras.
Unas apropiaciones excluyen otras, y así construimos nuestro ser tanto con acciones como con
omisiones.
Medítese bien que, en cuanto el hombre tiene esta estructura moral por naturaleza, por constitución,
el hombre es necesariamente moral, y no puede ser amoral.
La condición inmediata que hace obligatoria la moralidad al hombre es la libertad. Si el hombre no
fuera libre no podría ser moral. Si el hombre viviera obligado por las directrices de sus instintos y por
la naturaleza de los estímulos, como viven los otros animales, el hombre sería amoral, como lo son
ellos.
Pero no es el caso. El hombre es estructuralmente libre y moral, es decir, tiene que hacer su vida, no
le queda más remedio, y para ello ha de elegir.
Este aspecto de la moral, que hemos llamado estructura moral del hombre, se prolonga con el otro
aspecto en que la moral también existe. La moral no hace referencia sólo a que estamos obligados a
hacer nuestra vida, sino también a que debemos hacerla de cierto modo, o a que, según la hagamos,
podrá ser calificada de buena o mala. Esta segunda dimensión de la moralidad, se llama moral como
contenido.
Resulta en principio claro, que algunas acciones que realizamos son indiferentes desde el punto de
vista de la moral como contenido, y que no tienen relevancia. Así, resulta indiferente a lo moral como
contenido el que paseemos o nos sentemos en un banco del parque. Del mismo modo, comprar un
sofá, fregar los platos, mirar por la ventana, y un infinito conjunto de otros ejemplos de acciones que
podemos realizar son, desde el punto de vista de la moral como contenido, es decir, desde el punto
de vista de una buena o mala vida, irrelevantes, y no significativos. Lo son, al menos, en principio,
pues puede, desde luego, que se conviertan en tremendamente relevantes cuando, por ejemplo, si
soy cirujano, en vez de asistir al quirófano a la hora señalada, me voy del hospital y paseo por el
parque, o me voy a comprar un sillón en vez de atender a mis deberes como médico.
Mas, entonces, ¿qué hace que una acción sea o no interesante para la moral como contenido? En
general, podemos decir que cuando la acción tiende a producir males o bienes para mí, para los otros,
o para el medio en que vivimos, resultará relevante para la moral, mientras que si no lo hace resultará
indiferente. De lo dicho hasta ahora conservemos en la memoria lo siguiente: el hombre no tiene más
remedio que hacer su vida, pues naturalmente no queda ajustado a la realidad y debe ser él quien se
ajuste a través
de elecciones y decisiones; -al hacer sus elecciones el hombre puede hacer las debidas, las buenas,
o las malas, las indebidas, y es por ello que tras sus acciones el hombre ha de poder justificarlas. El
hombre entonces, ha de actuar con justeza, y ha de justificarse en lo que hace. Ambas posibilidades
sólo aparecen en cuanto que somos libres.
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Explicación:BUENA QUE ME BORRAS LA RESPUESTA, XD
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