Qué ocurría en el mundo mientras Argentina se orgonizaba cómo unnestado nacional??
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Si bien durante los procesos de independencia de la Corona española los líderes latinoamericanos se aliaron con las clases populares (indígenas, negras y mestizas),
En este sentido, Dussel[2] cuestiona la utilización de la noción “Estado-Nación” como sinónimo de Estado moderno, puesto que inicialmente ninguno de los Estados modernos estaba constituido por una sola nación. Para el autor sería más propio hablar de Estado de hegemonía o dominación uninacional sobre otras naciones. Las alianzas creadas durante los procesos de independencia entre clases contradictorias sería quebrada luego de la independencia: una nación central y dominante controlará al resto de las regiones y pueblos.
La necesidad de homogeneizar a la población y crear un sentido de unidad nacional en el continente americano estará atravesada por la violencia constitutiva de la modernidad y la colonialidad. En este sentido, la política que siguió el Estado argentino frente a los pueblos indígenas fue sistemática y continua en el tiempo, pese a que ciertos hechos históricos marcaron momentos culmines. La modernización del país, anhelada por las elites gobernantes, implicó y justificó el ejercicio de la violencia hacia quienes eran considerados como un obstáculo para tal proyecto. Además, se desarrolló una labor pedagógica tendiente disciplinarlos para adaptarlos a la vida civilizada y a homogeneizar a la población, a través del sentimiento de pertenecer a una misma y única Nación.
Sin embargo, al analizar la situación de Argentina, debe considerarse la heterogeneidad que existe en su interior. Las políticas nacionales no han tenido, ni tienen los mismos efectos en las distintas provincias. Como advierte Briones[3], no es sencillo hablar de todo el país cuando las prácticas y discursos hegemónicos no impactan de manera perfecta e igualitaria en las distintas provincias. Advierte la autora que existen estilos locales propios de construcción de hegemonía por lo que en las provincias existen diferencias en las formaciones de alteridad. Es decir, en cómo han sido tratados y pensados los pueblos indígenas que viven en el interior de las mismas. Pese a ello, entiende a los Estados como puntos de condensación que revelan cierta regularidad debido a operaciones que han sido normalizadas a través de distintos dispositivos y se encuentran sedimentadas en el sentido común de la población argentina.
El periodo de formación del Estado argentino inicia en 1810, luego de la Revolución de Mayo, tiene su hito en 1853 con la sanción de la Constitución Nacional y se consolida hacia finales del siglo XIX. Si bien se trató de un proceso complejo, marcado por las disidencias entre las provincias, aquí el análisis se centra en las políticas desarrolladas por los gobiernos nacionales hacia los pueblos indígenas.
Luego de los procesos de independencia liderados por las elites criollas, los nacientes Estados latinoamericanos atravesaron un largo y dificultoso camino para lograr la “consolidación nacional”. En Argentina ello estuvo marcado por una multiplicidad de factores: el intento de mantener la misma extensión territorial del Virreinato del Rio de la Plata y los consecuentes enfrentamientos que ello generaba; la existencia de proyectos nacionales divergentes expresado en el largo enfrentamiento entre unitarios y federales; las batallas libradas contra los pueblos indígenas que constituían una “frontera interior” dentro del territorio; la presencia del colonialismo español e inglés, etc.
Rita Segato advierte que en Argentina la sociedad nacional fue el resultado del “terror étnico”, del pánico de la diversidad, por lo que la vigilancia cultural (no solo étnica) pasó por mecanismos institucionales, oficiales, desde la escuela hasta la prohibición de las lenguas indígenas donde todavía se hablaban. Además de las estrategias informales de vigilancia, como la burla del acento a los extranjeros, la vigilancia para no “hablar mal”, que se entrecruzaron en toda la sociedad. A diferencia de otros países, donde la idea de nación se forjó a partir del mestizaje o la diversidad, en Argentina la nación se constituyó como la gran antagonista de las minorías. Para la autora el papel del Estado argentino y sus agencias fue el de una verdadera “máquina de aplanar diferencias de extrema e insuperable eficacia”