Que nos transmite isaias 1,14-20?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Quién pide esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para pisotear mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación. Luna nueva, sábado y el convocar asambleas, no lo puedo sufrir.¡Son iniquidad vuestras fiestas solemnes!"
Aquí podemos ver que incluso aquello que Dios ha ordenado se convierte en algo inútil cuando el corazón no está implicado en ello, y cuando no afecta a la conducta del creyente.
Estimado oyente, si el Señor Jesús fuera a su iglesia el próximo domingo, ¿tendría algo que decir a favor suyo? ¿Le felicitaría por su fidelidad hacia Él? ¿Le podría decir lo mucho que Él aprecia su interés y participación espiritual en los encuentros de la comunidad cristiana, y en lo que usted le entrega? Me temo que no. Aquel que tiene pies como "el brillo del bronce bruñido", cuyos ojos son "como llama de fuego" (Daniel 10:6, Apocalipsis 1:14-16 y Proverbios 5:4) no podrá decir algo a favor nuestro. Creemos que a la mayoría nos dirá que toda nuestra forma exterior, todos nuestros elocuentes testimonios y profesiones expresadas en público, le molestan, le desagradan. Más bien, nos diría que necesitamos arrepentirnos y venir a Él con una actitud humilde. Seguramente en estas palabras dirigidas a Su pueblo hay una advertencia para muchos cristianos e iglesias. Fundamentalmente, nuestras dificultades actuales tienen un origen espiritual; y hasta que un cristiano profesante se arrepienta y experimente una verdadera renovación espiritual, no hay esperanza para muchas iglesias o congregaciones cristianas.
Continuemos leyendo los versículos 15 al 17 de este primer capítulo de Isaías:
"Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien, buscad el derecho, socorred al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda."
Es como si Dios nos estuviera diciendo que no somos otra cosa que un grupo de personas falsas, que nos acercamos a Su presencia como si fuéramos realmente genuinos, que hacemos nuestros sacrificios, cumplimos con ciertos rituales, pero que todo ello carece absolutamente de significado espiritual para nosotros. Aquí en este pasaje vemos que Dios expresó claramente Su acusación contra aquel pueblo. Ellos eran culpables de apostasía, lo cual les había conducido a la decadencia moral y a una anarquía política en la nación. Dios había convocado a Israel a la sala del tribunal y había demostrado Su acusación contra ellos. Israel era como un preso acusado esperando su sentencia en el juicio. Dios podía ya ponerse en movimiento para castigarlos.
Pero aun en un momento como este, tardíamente, casi fuera de tiempo, Dios estaba dispuesto a resolver este caso fuera del tribunal. Es como si Él le dijera a Israel "No vayan ustedes a juicio contra mí porque van a salir perdiendo". El Juez tenía algo más que decir, y quedamos enormemente sorprendidos de lo que dijo a continuación. Escuchémosle en el versículo 18 de este primer capítulo de Isaías:
"Venid luego, dice el Señor, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana."