¿Qué nos quiere decir el texto de San Mateo 7,17-20; reconociendo que se refiere a las personas, en la figura de un árbol?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Árbol Bueno, Árbol Malo
Explicación:
Mateo 7:17-20 – “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.”
INTRODUCCIÓN:
En el contexto inmediato de esta Escritura, el Señor está hablando principalmente de los falsos profetas (ver v. 15). Ellos parecen ser ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Así como Satanás se disfraza de ángel de luz, sus siervos también pueden tener la apariencia externa de ser ministros de justicia (2 Cor. 11:14-15). Por lo tanto, estos falsos profetas pueden ser sumamente engañosos. Parecen ser verdaderos, parecen predicar la justicia, parecen ser de la luz, de la verdad; sin embargo, son impostores en la iglesia. A pesar de que, por fuera, dan la impresión de ser correctos, el Señor nos advierte de que no seamos engañados. Y la forma en que debemos probarlos para no ser engañados es conocerlos “por sus frutos.”
Entonces, si tenemos que reconocer a los falsos profetas y maestros por sus frutos, esto significa que debemos examinar a cada predicador del Evangelio por sus frutos, ya que no podemos saber quiénes son falsos al menos que los examinemos. Esto no contradice el mandamiento del Señor en los versículos 1-5 donde él prohíbe el juzgar de forma hipócrita e injusta. Aunque es malo y pecaminoso juzgar a los demás cuando somos culpables de peores faltas, o juzgar según la “apariencia” con nuestra opinión, con motivos injustos o con criterio equivocado, Jesús nos manda a juzgar con “justo juicio” (Juan 7:24). Debemos usar algún tipo de estándar al juzgar con justicia si queremos examinar los frutos de los predicadores del Evangelio. Y el estándar que usemos para juzgar a otros no debe ser nuestro propio estándar, ni debe ser basado en nuestras propias opiniones; más bien, debe ser el estándar que se encuentra en la Palabra de Dios, y cualquier conclusión que saquemos debe estar de acuerdo con el juicio que la Palabra de Dios ya ha pronunciado sobre tales cosas. De esta manera, estaremos obedeciendo la verdad, juzgando justamente y no con error. Dios es el juez, y mi juicio es verdadero solo cuando está de acuerdo con, y conforme a, el justo juicio de Dios que ya ha sido proclamado en Su infalible Palabra.
Habiendo dicho eso, debemos examinar a cada predicador que escuchemos usando la Palabra de Dios como el estándar. Si no cumplen con los requisitos que se encuentran en ella, son falsos y tienen que ser expuestos por lo que son para prevenir que hagan más daño al rebaño de Dios.
Y mientras que todo esto es cierto, y el contexto principal de esa Escritura es la forma en que podemos reconocer los falsos profetas, creo que hay una aplicación secundaria que se puede hacer, la cual se podría aplicar a todos nosotros en una escala más extensa. Podemos hablar mucho más de los falsos profetas y como reconocerlos, pero por el bien de esta corta exposición por favor permíteme examinar este texto con una perspectiva más amplia que se aplique a todos nosotros. Sacaré ahora algunos puntos de aplicación de este texto, en el contexto de cómo se relaciona a todos los que dicen ser “cristianos”, porque, seamos realistas, los predicadores no son los únicos que necesitan ser probados hoy en día; ya que hay tanta falsa profesión y tanto cristianismo falso, que todos necesitan ser examinados con las pruebas de las Escrituras para saber si verdaderamente son hermanos en Cristo. Y no solo esto, sino que cada uno de nosotros tenemos que examinarnos para asegurarnos que pasemos las pruebas de las Escrituras en cuanto a la fe verdadera y la verdadera comunión con Jesús.