qué nos quiere decir el autor con la relación entre mujer caza religión silencio amor Qué piensas respecto de esta asociación
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Ángel Alcalá
(Brooklyn College, City University of New York)
El ramillete de estudios recogidos en este libro constituye una magnífica muestra del
alto nivel al que ha llegado la investigación sobre la siempre polémica relación entre las
múltiples manifestaciones de la tendencia humana a la superstición y la igualmente connatural
creencia y práctica de la religión en las diferentes culturas del ancho mundo. La casi totalidad
de estos estudios no se centra en formular propuestas de carácter general sobre la identidad o
al menos similitud de las prácticas supersticiosas y las religiosas, sino más concreta y
detalladamente en analizar desde diversos ángulos cómo los poderes constituidos,
especialmente la Inquisición, se han valido de la acusación de herejía lanzada contra ciertos
usos de grupos minoritarios para mejor dominarlos e incluso eliminarlos; sin duda, tal punto
de partida, relativamente original, aumenta la valoración del libro que el lector tiene en sus
manos.
Se aclara así, desde esta iluminadora perspectiva, uno de los subterfugios usados por la
Inquisición en España e Hispanoamérica, en cuanto instrumento oficial de la monarquía y de
la Iglesia, para lograr la aculturación e integración de sus principales minorías étnicas:
judeoconversos, moriscos y gitanos de España, y nativos de la América hispana. Buena parte
de sus usos y costumbres ancestrales, muchos de los cuales tenían mero sentido folklórico sin
necesariamente llegar a religioso, podían ser tildados de tales, y en consecuencia, los acusados
de prácticas domésticas desconocidas o inusuales para la mayoría católica, especialmente los
reos de magia, superstición y sobre todo de brujería, quedaban al margen de la única religión
obligatoria de todo el imperio español. Esto bastaba para, bajo la capa de falsa religiosidad o
de supuesto pacto con el demonio o de entrega a él, intentar su dominio y exterminio así como
el de las personas que los practicaban.
La historia puntual, de trabajo de archivo y estadística, del caso menudo y la atención
al detalle, única que ofrece las bases seguras de toda posible elucubración posterior, queda
bien servida en magistrales estudios de este libro. Los profesores Amrán, Cantera, Hinojosa,
Martialay, Suárez y Torquemada presentan nutrida casuística de la persecución de
supersticiones y la sospecha de malos usos médicos atribuidos a judíos y a conversos en
España; la novohispana López Ridaura revela las plantas brujeriles usadas a ambos lados del
Atlántico que, como ya sospechaban observadores avispados - Barrientos, Ciruelo, entre otros
– antes de que lo demostrara Salazar y Frías según el conocido estudio de Henningsen,
producían en pobres mujeres social y sexualmente frustradas la ¨ensoñación¨ de que volaban
al aquelarre para copular con el diablo y colaborar en sus maleficios; Pérez Martínez y
Zamora Calvo estudian dos tratados capitales de las normas inquisitoriales contra las brujería
en Europa y América: Martillo de las brujas, de fines del XIV, y Luz y método de confesar
idólatras, de fines del XVIII; Hernández-Franco y Richer-Rossi personalizan los ataques a la
medicina innovadora en la de dos notables médicos conversos; Bejarano y Diego Vila tratan
del acoso a moriscos y gitanos; Alvarez Roblin y Copello estudian el reflejo de estos temas en
dos obras literarias, aparte de que otros ponen La Celestina bajo el objetivo de su microscopio
crítico; Morales Muñiz estudia con perspicacia cómo la tendencia de convertir al discrepante
en malvado culmina en la técnica de animalizarlo imaginaria y verbalmente (judíos y moros
son perros, monos o asnos) para facilitar su desprecio exclusión; y Cortijo presenta a un
protestante español exiliado, uno de tantos, que vilipendia el culto a las imágenes como mera
superstición. Todo un abanico que cubre la mayor parte de posibles abordajes a temas tan
suculentos.
Explicación: