Que mensaje da la obra un hombre y un rio
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La casa de Celestino Vinces era, con pequeñas diferencias, como todas las de ese lugar. Escalera de palos delgados y hasta torcidos que descansaba en un pequeño recibidor. Entre éste y la sala había una puerta de difícil manejo, que por la noches era asegurada con "tranca". Seguía la sala, impropiamente denominada así porque poco o nada servía para recibir visitas. Allí estaba la montura de palo, las jergas, los garabatos, los machetes, la ropa de trabajo y algunas sacas con maní. También, había en la pared, una fotografía de Celestino y su mujer, tomada en una fiesta de Olmedo por un fotógrafo ambulante de Guayaquil. Y, como algo indispensable, una hamaca de lona. Seguían dos cuartos reducidos, el pequeño comedor, una cocina y la azotea. En los cuartos había rústicas camas de madera y un catre grande de cuero. Frescura en todos los lugares. La cubierta, cambiada cada tres o cuatro años, era de cadi y, cuando nueva, excelente morada para los alacranes. Las paredes de caña parecían estirados acordeones, por sus sencillas tablas y rendijas. Por eso las voces llegaban al camino cuando el dueño de casa, acostado en la hamaca, conversaba con su mujer, mientras ésta, a la luz de la lámpara de kerosene, tejía alguno de los seis sombreros que eran la tarea de la semana.
La presencia de Celestino en el caserío había sido objeto de comentarios.
-Y este pájaro ¿quién es?
-¿Por qué habrá dejao su tierra?
Pero los moradores de "El Tigre" ya tenían respuesta a esas preguntas de los primeros días.
A cuatro kilómetros de Santa Ana, en el camino que se alargaba hacia Olmedo, las casas de Bonce aparecían dejando entre ellas pequeños intervalos. Muchas casas, todas de caña y cadi, sin pulimentos y sin pinturas. En algunas había una caña larga, puesta a una cuarta sobre la parte más elevada de la cubierta, para que allí descansaran los gallinazos después de sus frecuentes recorridos, con lo cual evitaban el deterioro del cadi. Viendo esas casas los caminantes pensaban en la necesidad de los contrastes. Porque el desorden de las pequeñas construcciones llegaba como una caricia después de haber mirado la impeturbable alineación de los edificios en pueblos.
Los cerros de ambos lados distaban poco de las casas. El pedazo de tierra para los cultivos era de poca anchura, pero un estero de larga trayectoria daba verdor al paisaje. Una casa de zinc, un antiguo trapiche y la aglutinación del cañaveral anunciaban la única gran propiedad de ese lugar.
De pronto, al final del caserío, surgía una elevación mayúscula: era el Cerro de Bonce. Atravesado en el camino, simulaba la pereza de un gigante que hubiese olvidado la prisa del viajero. Desde su cumbre el espíritu podía alimentarse de paisajes: montañas azules, laderas, quebradas, infatigables senderos y casitas aisladas. No era posible seguir; había que detener la marcha para mirar hacia abajo. Después, recorriendo una apreciable distancia, porque "la tablada" era larga, comenzaba el descenso hacia Jaboncillo. Y más allá, por un desvío, se llegaba a "El Calvo", la tierra de Martín Vinces, padre de Celestino.
Con sus trece hijos, nueve varones y cuatro mujeres, don Martín había conseguido una posición de "acomodado". Difícilmente podía leer en un periócio y todas sus normas -de una terrible rigidez- habían sido aprendidas en la vida. Lo que sabía era poco, pero definitivo. Y tenía la convicción de algunas verdades que andaban por ahí, envueltas en refranes.a:
Explicación:
Respuesta:
Esta obra trata de un hombre el cual mantiene su propio mundo con sus variados objetivos y de esta manera se desempeña en su casa la cual mantiene un comedor una cocina un azotea grandes espacios donde el recibía la visita
Explicación:
espero que te haya ayudado