¿Qué logros del ciclo de la Revolucion Francesa responderían a las aspiraciones de Condorcet? me ayudan, es para hoy
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Cuando en 1989, con ocasión del segundo centenario de la Revolución Francesa, el presidente François Mitterrand quiso trasladar al Panteón de París los restos del gran sabio y revolucionario Marie Jean Antoine Nicolas de Caritat, más conocido como marqués de Condorcet, los operarios encargados de la faena se encontraron con que la fosa común del cementerio de Bourg-la-Reine, donde se suponía que se hallaban enterrados, estaba vacía. Pero se ejecutó un traslado simbólico.Condorcet apareció muerto el 29 de marzo de 1794 en su celda de la prisión de dicho pueblo, apenas dos o tres días después de su detención. Tenía 50 años. Se supone que se suicidó con veneno o que, tal vez, sufrió un accidente cerebrovascular.Miembro y secretario de las academias nacionales de Letras y de Ciencias, diputado de la Asamblea Legislativa y de la Convención, revolucionario adscrito a los girondinos, la suerte de Condorcet se torció definitivamente cuando los jacobinos de Robespierre, en julio de 1793, iniciaron el periodo del Terror y ordenaron su detención. Logró ocultarse durante casi nueve meses en una casa amiga, tiempo que dedicó a escribir su Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu, que publicada póstumamente -hay edición en español del Centro de Estudios Constitucionales- resultó ser una de sus grandes obras.Enciclopedista, ilustrado, racionalista y, quizás, más reformista radical-liberal que revolucionario, Condorcet fue tropezando en varias piedras desde la toma de la Bastilla: vio rechazado su proyecto de reforma educativa al ser tachado de contrario al principio de igualdad; fue igualmente rechazado su proyecto de Constitución y, contrario a la pena de muerte, se opuso a la ejecución de Luis XVI. Los jacobinos le tenían en su punto de mira, por moderado, desde que dieran su golpe de estado de mayo-junio de 1793.Nacido en Ribemont en 1743, hijo de aristócratas, huérfano de padre a los días de nacer, educado por una devota madre que lo entregó, sucesivamente, a la tutela de un tío obispo y de los jesuitas de Reims y del Colegio de Navarra de París, el joven marqués, impulsado por su prodigiosa mente racionalista y científica, se hizo ateo y anticlerical con prontitud. Mucho más ateo, pese a su interés por Pascal, que su amigo Voltaire, siempre deísta, a quien dedicó una biografía y cuyas obras completas editó.