Que le paso al indio? Martin fierro
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Exiliados entre la indiada, Martín Fierro y Cruz viven su experiencia salvaje.
Quedan empequeñecidos aquellos actos de barbarie vistos entre los cristianos frente a estos que se les revelarán, y de los que serán trágicos actores antes que testigos paisajistas.
Han sobrevivido gracias a las buenas artes de un cacique que los prefiere vivos y cautivos para el canje de sus prisioneros.
Tras horas de conciliábulos y bailes endemoniados, el torbellino de bullanguería en lengua pampa y el fervoroso griterío de los guerreros, (medio ladrones, medio atrevidos) fue aplacándose.
Comienza Hernández una exacta, y novedosa descripción del indio Pampa del sur, nativo de Buenos Aires, conflictivo enemigo del Ejército que entre pactos y traiciones acabaría llevándolos al exterminio en la Campaña de 1879.
“Es necesario ir a buscar al indio a su guarida y someterlo tras la gran zanja que es el río Negro y no tras esta zanja abierta en la tierra por el hombre. (En alusión a la Zanja de Alsina, frontera inservible con la indiada) dijo Julio Argentino Roca en 1879, vísperas del genocidio.
Alertas en la vigilia y roncadores en el sueño. Naturalmente ruidosos, sus gritos contagian y enseguida es un alarido agudo que cruza el aire de las Sierras sureñas.
Los dos gauchos se han propuesto soportar, como buenos estoicos que son, los males que se avecinan con prudente tranquilidad. Y aunque creen en el rigor del destino, expresa Martín Fierro por los dos, cierta compasiva reflexión:
“Más quien manda los pesares
manda también el consuelo;
la luz que baja del cielo
alumbra al más encumbrao
y hasta el pelo más delgao
hace su sombra en el suelo”
Separados, distantes, de poco valió el intento de apechugar juntos este flagelo. Dos años duró al menos esta separación cuando les fue acordado a Fierro y Cruz, vivir bajo el mismo toldo. Al menos conversando el hombre mitiga su pesar pero con los días la vida iba volviéndose un infierno. Si hasta para comer había que rebuscarse sin mucha pretensión:
“En semejante ejercicio
se hace diestro el cazador,
cai el piche engordador,
cai el pájaro que trina,
todo bicho que camina
va a parar al asador”
Aprende a recordar el gaucho viejas mañas con que ha venido al mundo y que en medio de otras civilizadas tareas menores se le habían olvidado.
“Y aves y vichos y pejes,
se mantienen de mil modos
pero el hombre en su acomodo
es curioso de oservar
es el que sabe llorar
y es que los come a todos”
Y cuando llega la hora de malonear el indio aventaja a cualquier partida que se le cruce. Provisto de cimbreante lanza, tacuara y moharra, bolas y flete hecho a medida de la situación.
Rodean animales con sigilo y astucia, un humito es su lenguaje a la distancia y acordarda la embestida arremeten cruelmente como un león sin contemplaciones contra el odiado “huinca”.
Seguirán en adelante sabrosas e increíbles relatos de esa vida a la que no le faltará la tragedia y la pelea.