que le ayudo a gabriel garcia marquez a incorporar tecnicas narrativas en sus obras
Respuestas a la pregunta
Según García Márquez, ¿existe alguna predeterminación fatal que crea sus propias señales, o éstas son sólo prejuicios limitados de los cuales podríamos exonerarnos? Y, si es así, ¿estamos obligados a ejercer influencia sobre los signos, cargándolos de un sentido nuevo e incluirlos en un contexto diferente? ¿Y no arriesgamos interponernos ridículamente al cambiar esta correspondencia a otro orden en la marcha de las cosas? ¿Y no está más acertada la modesta decisión de pensar de nuevo en las consecuencias y abstenernos de una presunta intervención?
Estos y otros enigmas a los cuales el autor no da una simple respuesta ejercen una gran provocación en su lector. Se nos instiga a responder a cuestiones generales como: ¿Cuál es el mensaje de la novela y qué nos dice sobre el mundo? ¿Qué podríamos cambiar? Y también se nos instiga a responder a cuestiones más concretas como: ¿Es responsable Santiago de esta tragedia? ¿Y está claro que es Ángela quien la causa?
Lograr responder a estas y otras cuestiones no tan sencillas depende de si encontramos apoyo en enfoques científicos relevantes y si sabremos efectivamente hacer uso de ellos. Éste es el enigma que espera su respuesta.
Sabemos que el título de una obra literaria particularmente indica el contenido que sigue: extraído de la unidad estructural del texto, el nombre queda ligado a éste, poniendo el acento en el sentido de la obra y, por medio de la información que lleva consigo, interpretándola. Así, el título se muestra como una expresión superpuesta metalingüísticamente en cuanto a la obra. El desplazamiento semántico entre el título y el texto produce un efecto triple: engaña las esperanzas puestas en una crónica, satisface los apetitos аnte el temblor de algún crimen y desplaza por completo las esperanzas depositadas en una intriga detectivesca.
Explicación:
Según García Márquez, ¿existe alguna predeterminación fatal que crea sus propias señales, o éstas son sólo prejuicios limitados de los cuales podríamos exonerarnos? Y, si es así, ¿estamos obligados a ejercer influencia sobre los signos, cargándolos de un sentido nuevo e incluirlos en un contexto diferente? ¿Y no arriesgamos interponernos ridículamente al cambiar esta correspondencia a otro orden en la marcha de las cosas? ¿Y no está más acertada la modesta decisión de pensar de nuevo en las consecuencias y abstenernos de una presunta intervención?
Estos y otros enigmas a los cuales el autor no da una simple respuesta ejercen una gran provocación en su lector. Se nos instiga a responder a cuestiones generales como: ¿Cuál es el mensaje de la novela y qué nos dice sobre el mundo? ¿Qué podríamos cambiar? Y también se nos instiga a responder a cuestiones más concretas como: ¿Es responsable Santiago de esta tragedia? ¿Y está claro que es Ángela quien la causa?
Lograr responder a estas y otras cuestiones no tan sencillas depende de si encontramos apoyo en enfoques científicos relevantes y si sabremos efectivamente hacer uso de ellos. Éste es el enigma que espera su respuesta.
Sabemos que el título de una obra literaria particularmente indica el contenido que sigue: extraído de la unidad estructural del texto, el nombre queda ligado a éste, poniendo el acento en el sentido de la obra y, por medio de la información que lleva consigo, interpretándola. Así, el título se muestra como una expresión superpuesta metalingüísticamente en cuanto a la obra. El desplazamiento semántico entre el título y el texto produce un efecto triple: engaña las esperanzas puestas en una crónica, satisface los apetitos аnte el temblor de algún crimen y desplaza por completo las esperanzas depositadas en una intriga detectivesca.