Qué influencia tuvo la Segunda Guerra Mundial en los movimientos pacifistas?
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El movimiento pacifista alemán surgió en el siglo XIX en una época en que la guerra comienza a ser condenada moralmente. Influenciado por ideas religiosas procedentes de Estados Unidos, no logró establecerse sino hasta fines de siglo con la difusión de la obra de Hodgson Pratt y nació verdaderamente en 1892 con la creación de la Deutsche Friedensgesellschaft por los futuros Premios Nobel de la Paz Bertha von Suttner y Alfred Hermann Fried. No obstante, el movimiento tuvo muchas dificultades para imponerse en la sociedad alemana a causa del militarismo de esta y a su profundo desinterés respecto a las ideas pacifistas, pero también debido a la confusión reinante al interior del movimiento pacifista que no logró fundarse como un movimiento unitario.
A nivel internacional, el pacifismo alemán permaneció aislado por mucho tiempo y las relaciones franco-alemanas, profundamente deterioradas después de la Guerra Franco-Prusiana de 1870, impidieron que el pacifismo progresara de manera sostenida. Después de haber adoptado una actitud de bloqueo en las dos conferencias de La Haya de 1899 y de 1907, el movimiento pacifista alemán comenzó a obtener cierto éxito con la organización de conferencias interparlamentarias en Basilea y Berna; sin embargo, su obra fue socavada por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Como reflejo de la división existente dentro del movimiento, las reacciones de los pacifistas alemanes con respecto a la guerra fueron muy diversas. El conflicto permitió eliminar las posiciones ambiguas de algunos y, tras una guerra que paralizó el pacifismo internacional, el movimiento pacifista alemán se volvió cada vez más politizado. En él, se oponían dos alas opuestas: una moderada que defendía el statu quo y otra radical que apoyaba la democratización de Alemania.
En 1918, los pacifistas alemanes, en su mayor parte profundamente decepcionados por la actitud y las vejaciones de los Aliados (como la que representó el Tratado de Versalles), debieron enfrentarse a la cuestión de la culpabilidad alemana. Algunos, como Wilhelm Foerster, hicieron un mea culpa, mientras que otros se negaron a considerarse culpables y abogaron, más bien, por una responsabilidad compartida por todos. Alemania debía recuperar el rango político y diplomático que había perdido y debía romper su aislamiento en el plano europeo. La revisión del tratado se convirtió en un asunto primordial y en uno de los medios para lograrlo fue la integración de la Sociedad de Naciones. Una vez que este objetivo fue alcanzado, el movimiento pacifista se ensombrece; en particular, la llegada al poder de Hitler en 1933 firmó su final y no renacería sino hasta después de 1945.
A nivel internacional, el pacifismo alemán permaneció aislado por mucho tiempo y las relaciones franco-alemanas, profundamente deterioradas después de la Guerra Franco-Prusiana de 1870, impidieron que el pacifismo progresara de manera sostenida. Después de haber adoptado una actitud de bloqueo en las dos conferencias de La Haya de 1899 y de 1907, el movimiento pacifista alemán comenzó a obtener cierto éxito con la organización de conferencias interparlamentarias en Basilea y Berna; sin embargo, su obra fue socavada por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Como reflejo de la división existente dentro del movimiento, las reacciones de los pacifistas alemanes con respecto a la guerra fueron muy diversas. El conflicto permitió eliminar las posiciones ambiguas de algunos y, tras una guerra que paralizó el pacifismo internacional, el movimiento pacifista alemán se volvió cada vez más politizado. En él, se oponían dos alas opuestas: una moderada que defendía el statu quo y otra radical que apoyaba la democratización de Alemania.
En 1918, los pacifistas alemanes, en su mayor parte profundamente decepcionados por la actitud y las vejaciones de los Aliados (como la que representó el Tratado de Versalles), debieron enfrentarse a la cuestión de la culpabilidad alemana. Algunos, como Wilhelm Foerster, hicieron un mea culpa, mientras que otros se negaron a considerarse culpables y abogaron, más bien, por una responsabilidad compartida por todos. Alemania debía recuperar el rango político y diplomático que había perdido y debía romper su aislamiento en el plano europeo. La revisión del tratado se convirtió en un asunto primordial y en uno de los medios para lograrlo fue la integración de la Sociedad de Naciones. Una vez que este objetivo fue alcanzado, el movimiento pacifista se ensombrece; en particular, la llegada al poder de Hitler en 1933 firmó su final y no renacería sino hasta después de 1945.
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