Qué importancia tuvo el entorno geográfico para el desarrollo de las primeras civilizaciones
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
A lo largo de la historia, las sociedades se han desarrollado, cada una de diferente manera, siguiendo un modelo acorde a sus necesidades, en ámbitos políticos, económicos y sociales. Nos centraremos en cómo estos ámbitos se han visto modificados por la geografía del antiguo Mesopotamia, tomando cómo tesis: la geografía y la ubicación de los ríos Tigris y Éufrates influyen de manera directa en la creación de las culturas antiguas y en su organización política, económica y social. Para no extendernos en todas las culturas existentes en el territorio comprendido por la antigua Mesopotamia, hablaremos de dos culturas que nos demuestran el cambio y la conformación de una sociedad: la cultura Sumeria y la cultura Babilónica, ubicadas en medio del Éufrates y del Tigris.
Empezaremos por hablar de cómo factores como el clima, la agricultura y el paso del nomadismo al sedentarismo, fueron pilares fundamentales para la conformación de las primeras culturas, para luego mostrar cómo estas culturas fueron desarrollando complejos sistemas en niveles económicos, culturales y sociales. Fundamentándonos en dos fuentes principales, el Código de Hammurabi por parte de la cultura Babilónica y el poema de Gilgamesh por parte de la cultura Sumeria, las cuales nos ayudarán a entender cómo fue el desarrollo por parte de estas culturas.
Para empezar a hablar de la influencia de la geografía en las culturas ya mencionadas anteriormente, es importante primero mostrar los orígenes de los primeros seres humanos. Según descubrimientos arqueológicos, el primer hombre hábil, fue encontrado en África, por primera vez en Olduvay, Tanzania (ver mapa 1), alrededor de hace más de siete millones de años y era básicamente una especie de chimpancé bípedo[1], la cual posteriormente se organizó en grupos de búsqueda de alimentos y supervivencia.
El cambio clave, y lo cual relaciona la geografía y los seres humanos, radica en los inicios de la agricultura y las mejoras climáticas que marcan un punto de estabilidad y generación de vida. El clima de la tierra comenzó a experimentar una mejoría, este fenómeno lo conocen los geólogos como el transito entre el Pleistoceno (período de las grandes glaciaciones) y el Holoceno, cuyo clima se aproxima progresivamente al del estado actual[2]. Este cambio climático, permitió que a lo largo del tiempo las hordas de los primeros humanos hábiles pudieran migrar de un lado al otro, pues ya el clima no era un impedimento, en su búsqueda de alimentos, practicando así la caza y la recolección para el sostenimiento de su vida y la de sus acompañantes. Por aquel entonces, estas pequeñas hordas de cazadores-recolectores habían alcanzado un cierto grado de complejidad, pues se extendían por las tierras emergías y palpadas de una relativa vida, en comparación de las otras tierras baldías[3].
Al pasar por ríos, y ver cómo al lado de zonas como el Tigris y el Éufrates (ver mapa 2) había realmente una fuente de vida, en el sentido en que existía al menos un poco más de fertilidad que la que existía en las tierras de origen, estos se fueron adaptando a una forma de vida diferente, en la cual adoptaron nuevas formas de conseguir alimento.