qué impactos tienen las nuevas condiciones salariales en la vida diaria de los trabajadores colombianos
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Multiplicidad de opiniones ha generado el proyecto de ley presentado el pasado 22 de agosto sobre el otorgamiento de facultades extraordinarias al presidente de la república para aumentar de manera extraordinaria el salario mínimo mensual legal vigente. [1]
El salario mínimo está definido en el ordenamiento jurídico colombiano como el que todo trabajador tiene derecho a percibir para subvenir a sus necesidades normales y a las de su familia, en el orden material, moral y cultural [2], de acuerdo con el Código Sustantivo del Trabajo
El debate sobre el impacto del aumento del SMMLV
El salario mínimo no solo es una conquista social de la clase trabajadora, sino que es un elemento de la política macroeconómica estatal, pues es uno de los vehículos de redistribución del ingreso que se utilizan en un Estado Social de Derecho como Colombia, también puede incentivar el consumo y reducir la pobreza.
Es ingenuo pensar que un aumento del salario mínimo únicamente influye en la vida del trabajador, y también es ingenuo pensar que siempre va a influir positivamente en la clase trabajadora. Es más, una poco cuidadosa negociación podría colocar a los trabajadores en una situación precaria, sobre todo a aquel grupo poblacional más vulnerable que en principio es el beneficiado con el salario mínimo (jóvenes, madres cabeza de familia, trabajadores con poca educación o experiencia). Estos posibles efectos colaterales son el porqué las iniciativas como la de la bancada del Centro Democrático tienden a ser tildadas de populistas, pues pocas personas (si no es que ninguna) estarían descontentos con el hecho de que su salario aumentase, pero ello a veces podría ir en detrimento de la economía nacional.
A primera vista parece lógico afirmar que un aumento en el salario mínimo genera el incentivo a los empresarios de contratar menos trabajadores, por lo que en realidad el salario mínimo sería un umbral muy alto de remuneración que muchos empleadores no estarían dispuestos a reconocer y ello generaría desempleo y con él, otras catástrofes económicas.
El tema de la influencia del salario en otras órbitas es un campo vasto en la literatura económica. Uno de los estudios precursores fue en 1994, adelantado por David Card y Alan Krueger[3] en el marco de la discusión del senado estadounidense de aumentar el salario mínimo por hora de $4.25 a $5.05 USD. Se generó un ambiente propicio para analizar los efectos de las diferencias entre salarios, pues Card y Krueger hicieron un muestreo en 2 ciudades, una de Nueva Jersey y otra de Pensilvania, que son estados colindantes, por lo que geográficamente se podría pensar que tendrían una dinámica económica igual o similar. Nueva Jersey reguló el salario mínimo en $5.05 USD, mientras que Pensilvania mantuvo los $4.25 USD. Los economistas hicieron el análisis en cadenas de comida rápida, entre las que se encontraba Burger King. El resultado arrojado fue paradigmático: el aumento del salario no generó un impacto negativo en la empleabilidad de las personas, refutando así el mito de que el aumento del salario mínimo genera más desempleo.
Ello es así dado que las empresas tienen diferentes márgenes de acción, entre los cuales recortar el personal es solo uno de ellos; otras vías tienen los empresarios como por ejemplo recortar presupuesto invertido en publicidad para llenar vacantes, gastos operacionales por vacantes no ocupadas y gastos de capacitación de los nuevos empleados; o aplicar el fenómeno de compresión salarial (decidir no aumentar o reducir el salario de otros trabajadores que ganan más del mínimo); asimismo es incluso probable que los trabajadores cuyo salario mínimo les haya sido aumentado se encuentren más motivados y ello se refleje en un aumento de productividad, puesto que reduciría la tasa de cambio de empleo en el sector privado. Otra alternativa podría ser que el empleador asuma esa carga extra que representa el aumento del salario porque sus utilidades no se verían gravemente comprometidas; o por el contrario, el empleador no asuma esa carga crematística, de manera que trasladaría el costo del aumento salarial al consumidor final, esto es, aumentar los precios.
Este último margen de acción es una acción lógica del empleador, pero podría desembocar en una inflación generalizada, generando así que el aumento del salario mínimo pierda sus ventajas comparativas con el precio, pues debe tenerse en cuenta que si el salario mínimo y los precios aumentan en igual proporción, en realidad no se estaría mejorando la calidad de vida del trabajador, objetivo principal de las reformas salariales en los ordenamientos jurídicos.[4]
Ahora bien, el estudio de Card y Krueger también ha sido objeto de múltiples crít
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