Historia, pregunta formulada por Usuario anónimo, hace 1 año

¿Que ideologías justificaban el racismo?

Respuestas a la pregunta

Contestado por mariaisabel0311
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Centrándonos en la historia del término, el racismo, en sentido estricto, comienza a partir del siglo XVIII, en el mundo occidental. Antes, ni las civilizaciones clásicas, que veían al otro como bárbaro en sentido etnocéntrico, pero no racista, y que apenas justificaron la esclavitud por razones de inferioridad biológica; ni la época medieval, cuyas posiciones antisemitas y antimusulmanas se reforzaban mediante argumentos religiosos, políticos y sociales; ni la conquista y colonización del continente americano, justificada por razones religiosas, no por superioridad racista, suponen la implantación del racismo tal como lo entendemos hoy. A lo largo de todos esos siglos, existen prácticas que podemos considerar racistas, pero en casi ningún caso se alude al determinismo biológico como justificación de las mismas. La palabra raza no se difunde en textos literarios y científicos hasta el siglo XVIII. Desde 1750 hasta 1945, se construyen y difunden las principales teorías del racismo biologicista. Se trata de clasificar y explicar a los seres humanos a partir de la existencia de razas diferentes, con características que las convierten en inferiores o superiores, y que transmiten genéticamente dicha condición.A partir de mediados del siglo XIX, cuando Gobineau publica su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, texto clave para la sistematización de las tesis racistas, tanto el racismo científico como el evolucionismo cultural sirvieron de base para defender la esclavitud, el colonialismo y las desigualdades clasistas. La aplicación de estos argumentos a los cálculos políticos se generalizó en la época del imperialismo: los conflictos interestatales se desarrollaban de la misma manera que los organismos vivos, en su lucha por la supervivencia de los más aptos. Así, había naciones vivas, en plena expansión vital, formadas por razas fuertes, y naciones moribundas, que estaban agotando su ciclo biológico, debido a las razas debilitadas que las habitaban. Su paroxismo llegó en el período de entreguerras, cuando el estado nacional socialista alemán adquirió un inequívoco componente racista, tanto en su ideología como en su práctica antisemita, que culmina en el holocausto de los campos de exterminio durante la II Guerra Mundial.Desde 1945, el racismo biologicista ha experimentado un descrédito progresivo, tanto por la derrota de los experimentos criminales que lo sustentaban, como por la difusión de teorías científicas que han puesto en evidencia las falacias de una supuesta racionalidad fundamentada de la superioridad o inferioridad racial: el color de la piel, la estructura corporal o determinados antígenos sanguíneos resultan criterios muy poco fiables, que a menudo han sido manipulados para alcanzar los resultados que previamente se determinaban. Los estudios de las diferencias genéticas entre los seres humanos, han demostrado que tales diferencias no son mayores ni más significativas que los parecidos, de manera que las clasificaciones raciales son arbitrarias y nulas desde el punto de vista científico. El monogenismo, es decir el punto de partida común de todos los seres humanos, parece hoy indiscutible. A partir del Horno Sapiens Sapiens, los grupos humanos se fueron separando desde el punto de vista geográfico, adaptándose a diversos climas y formas de vida, hasta transmitir hereditariamente los resultados de dicha adaptación. El aspecto físico externo y la estructura orgánica interna es, pues, un fruto de la historia, y no una esencia fuera del tiempo y del espacio.
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