¿Qué hubiera pasado si no existiera el concilio de Trento?
Respuestas a la pregunta
El Concilio de Trento (1545-1563), con sus declaraciones dogmáticas y de reforma disciplinar, está atravesado por dos leyendas contrapuestas: una dorada de exaltación y reafirmación católica frente al «enemigo» protestante, y otra oscura o negra por haber causado la pobreza moral, cultural y económica de los países católicos. Esta dialéctica la inició Paolo Sarpi (1552-1623) con su historia del Concilio, en la que postula que no se hizo ninguna reforma en la jerarquía. A su paso salió el jesuita Pietro Sforza Pallavicino, quien, por encargo del papa, presentó pruebas contrarias con otra historia del Concilio. Sin ánimo de entrar en el debate historiográfico, cabe preguntarse si es verdad que la identidad espiritual e intelectual católica hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965) se formuló esencialmente en el Concilio de Trento. En este sentido, ¿qué hubiera pasado en la Iglesia sin el Tridentino? ¿Fue realmente un avance hacia el mundo moderno, o quedó anclado en lo antiguo y medieval de la Christianitas? El Concilio ha vivido mucho tiempo de mitos, porque se le ha responsabilizado de todo lo positivo y negativo, dependiendo del lado en que uno se posicionara. Pero no todo lo que se dice tridentino fue obra del Concilio: es más, hay que saber que los principales conflictos que dividen a los cristianos no se resolvieron, sino que quedaron abiertos, y que a fecha de hoy las diferencias (fe-obras y naturaleza-gracia) no separan tanto a unos de otros.
En realidad pasó mucho tiempo, incluso siglos, hasta el conocimiento, aplicación y universalización de los decretos tridentinos, y prevaleció en casi todas partes el humanismo cristiano (en el terreno protestante y en el católico) como cultura dominante, según ha demostrado Jacques Le Goff. Por otro lado, hay una tensión interna entre quienes tenían al Concilio como una realidad viva y lo que ha llegado hasta nosotros por vía documental y de tradición, porque fue más lo que siguió al Concilio que lo que pasó durante su celebración. Pero repito, ¿habría sucedido lo mismo sin él? Posiblemente sí, porque había fuerzas superiores anteriores al Concilio y que sobrevivieron sin él, corrientes espirituales que ni participaron en Trento ni recibieron su legado inmediatamente después. Esta cultura había echado raíces en Europa y fuera de ella, formando una corriente espiritual, especialmente en España y América, que había nacido con el cardenal Cisneros y que sobrevivió a las restricciones de la Inquisición gracias al ingenio de mujeres y hombres como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.