Historia, pregunta formulada por camilagonzalezEPP, hace 1 mes

que hechos marcaron el fin de la dictadura?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por Yerin123tratmarit
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Respuesta:

El general de división Antonio López de Santa Anna ocupó la presidencia de la República en seis ocasiones, la última de ellas (1853 - 1855), es la única en la que merece en realidad, el calificativo de dictador.

         A pesar de la leyenda negra que rodea su persona, Santa Anna accedió a su último mandato por expresa invitación de sus paisanos y no mediante un golpe de Estado. Tampoco se hizo del poder omnímodo por medio de intrigas y amenazas, esa facultad le fue otorgada de forma deliberada por quienes lo convocaron a ocupar la presidencia. Para entender esta situación, es necesario analizar los antecedentes inmediatos y el contexto en el que se produjo.

El 2 de febrero de 1848 se firmó en la villa de Guadalupe Hidalgo el Tratado de Paz Amistad y Límites entre los Estados Unidos y la República Mexicana. Se trató de un fuerte golpe para los mexicanos de entonces pues, tras una desastrosa guerra, se perdieron de forma súbita dos grandes bienes; de forma material le fueron arrebatados 2 400 000 kilómetros cuadrados de territorio, pero el daño más lamentable fue intangible: se destruyó la enorme confianza con que México había nacido a la vida independiente en 1821, creyendo que estaba destinado a ocupar un destacado lugar en el concierto de las naciones.

Al buscar la explicación de la derrota militar, se concluyó que había faltado unidad nacional frente al conflicto y que, como lo denunció Mariano Otero: “en México no hay ni ha podido haber eso que se llama espíritu nacional, porque no hay nación”.[1] Resultó claro que era necesario trabajar para construir esa nación y esa identidad y en torno a éstas, crear las instituciones que proporcionaran a sus habitantes la seguridad y progreso que tanto anhelaban. No obstante, la tarea se antojaba imposible, sobre todo porque la profunda división entre bandos y facciones, hacía fracasar cualquier tentativa de construir un orden basado en un documento constitucional que satisficiera a todos.

A lo largo de la vida independiente de México, los intentos de transformar las estructuras políticas y sociales sobre las que se apoyaba el Estado, provocaron invariablemente una violenta reacción que, por medio de asonadas, motines y revoluciones, obligaba a dar marcha atrás a los promotores de estos cambios. Detrás de todos estos alzamientos se encontraban los conservadores quienes eran enemigos de toda reforma que alterara el esquema político sustentado en los privilegios de la Iglesia y el Ejército, a ellos se sumaban los grandes comerciantes y agiotistas que obtenían grandes ganancias con el contrabando y la especulación con los contratos gubernamentales.

En escasas tres décadas de existencia se habían ensayado ya casi todas las formas políticas de gobierno y todas habían fracasado. Se culpó con mayor vehemencia al federalismo y a las formas de representación popular de haber destruido la unidad de la nación, por lo tanto, la solución era establecer una dictadura con un ejecutivo con facultades legislativas, capaz de mantener relaciones con el Ejército, el Clero y los dueños del capital, elementos considerados los pilares del Estado.

 Esa forma de pensar se hallaba muy generalizada en el país cuando, el 26 de julio de 1852, en Guadalajara, se pronunció José María Blancarte; su movimiento, que en un principio se dirigía a derrocar al gobernador del Estado, se amplió procurando la caída del presidente Mariano Arista.

El coronel Francisco Cosío Bahamonde, que anteriormente se había pronunciado en La Piedad en contra del gobernador Melchor Ocampo, se adhirió también al nuevo plan; Anastasio Rodríguez, en Aguascalientes, hizo lo propio y tomó control de esa entidad. Fue proclamado por Carlos Sánchez Navarro el Plan de Guadalajara el 13 de septiembre que incluía en su artículo 8º:“La nación invita al general Antonio L. de Santa Anna para que regrese al territorio de la República, para que coopere al sostenimiento del sistema federal y al restablecimiento del orden y la paz” (Documento 1).

Este plan de Guadalajara fue modificado el 20 de octubre agregándosele la convocatoria de un congreso extraordinario. A esta modificación se le llamó Plan del Hospicio (Documento 2). La rebelión que hasta ese momento no había traspasado los límites regionales, de súbito se convirtió en una auténtica revolución nacional.

Para combatirla, el presidente Arista, a través de su ministro de Hacienda Guillermo Prieto, pidió al Congreso la autorización para contratar un préstamo por tres millones de pesos y aumentar todas las contribuciones directas en un 50 por ciento. El poder Legislativo hizo oídos sordos a las demandas económicas y se negó también a otorgar facultades extraordinarias al ejecutivo. Viéndose maniatado, Arista presentó su renuncia. Lo sucedió en el cargo el jurista Juan Bautista Ceballos quien dimitió tras 30 días de infructuosos esfuerzos; su lugar fue ocupado por el santanista José María Lombardini quien allanó el camino para el retorno de Antonio López de Santa Anna.

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