Qué función realiza el suelo frente a las emisiones de CO2
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A menudo se piensa que el cambio climático es algo que ocurre en la atmósfera. Después de todo, cuando las plantas realizan la fotosíntesis extraen carbono de la atmósfera. Pero el carbono atmosférico también afecta al suelo, porque el carbono que no se utiliza para el crecimiento de las plantas en superficie se distribuye a través de las raíces y se deposita en la tierra. Si no se altera de algún modo, este carbono puede estabilizarse y permanecer confinado durante miles de años. Por tanto, un suelo sano puede contribuir a mitigar el cambio climático.
En lo que respecta al depósito de carbono, no todos los suelos son iguales. Los suelos más ricos en carbono son las turberas, que se encuentran sobre todo en el norte de Europa, el Reino Unido e Irlanda. El suelo de los pastizales almacena mucho carbono por hectárea, mientras que el suelo de las zonas más calurosas y secas del sur de Europa contiene menos carbono.
El cambio climático ejerce presión sobre el suelo
En algunas partes de Europa, el aumento de las temperaturas puede acarrear un mayor crecimiento de vegetación y un mayor almacenamiento de carbono en el suelo. Sin embargo, las altas temperaturas también podrían incrementar la descomposición y mineralización de la materia orgánica del suelo, reduciendo el contenido de carbono orgánico.
En otras zonas, la materia orgánica contenedora de carbono presente en turberas estables no puede descomponerse debido a los bajos niveles de oxígeno del agua. Si estas zonas se secan, la materia orgánica puede descomponerse rápidamente, liberando dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.
Ya existen indicios de que el contenido de humedad del suelo se está viendo afectado por el aumento de las temperaturas y los cambios en las pautas de precipitación. Las proyecciones futuras apuntan a que esta tendencia puede continuar, de modo que la humedad del suelo en verano se verá alterada en la mayor parte de Europa entre 2021 y 2050, con importantes descensos en la región mediterránea y algunos incrementos en el nordeste europeo.
La creciente concentración de dióxido de carbono en la atmósfera puede hacer que los microbios del suelo descompongan la materia orgánica más rápidamente, pudiendo liberar todavía más dióxido de carbono. Se estima que la liberación de gases de efecto invernadero del suelo será especialmente importante en el extremo norte de Europa y Rusia, donde la fusión del permafrost puede liberar grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono.
Todavía no está claro cuál será el efecto total, ya que diferentes regiones absorben y emiten diferentes niveles de gases de efecto invernadero. Pero existe un riesgo evidente de que el calentamiento de la atmósfera haga que el suelo libere más gases de efecto invernadero, provocando un círculo vicioso que acelere el cambio climático.
La agricultura y la silvicultura como medio de mantener el carbono bajo tierra
El cambio climático no es el único factor que puede hacer que el suelo pase de ser un sumidero de carbono a una fuente de emisiones. La forma en que utilizamos el suelo también influye en la cantidad de carbono que puede retener el suelo.
Actualmente, la reserva de carbono de los bosques europeos va en aumento, debido a los cambios en la gestión de los bosques y a los cambios del medio ambiente. La mitad de ese carbono está almacenado en suelos forestales. Sin embargo, cuando los bosques se degradan o se talan, el carbono que almacenan se libera y se emite a la atmósfera. En este caso, los bosques pueden convertirse en contribuidores netos de carbono atmosférico.