Que fueron de las guerra médicas y las guerras del peloponeso
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Tradicionalmente, los historiadores han dividido la guerra en tres fases. Durante la primera, llamada la guerra arquidámica, Esparta lanzó repetidas invasiones sobre el Ática, mientras que Atenas aprovechaba su supremacía naval para atacar las costas del Peloponeso y trataba de sofocar cualquier signo de malestar dentro de su Imperio. Este período de la guerra concluyó en 421 a. C., con la firma de la Paz de Nicias. y las guerras medicas:Las guerras médicas fueron una serie de conflictos entre el Imperio aqueménida de Persia y las ciudad-estado del mundo helénico que comenzaron en 490 a. C. y se extendieron hasta el año 479 a. C. La colisión entre el fragmentado mundo político de la antigua Grecia y el enorme imperio persa comenzó cuando Ciro II el Grande conquistó Jonia en 547 a. C. y tuvo dos momentos críticos en las dos expediciones fallidas de los persas contra Grecia, en 490 y 480-479 a. C., conocidas respectivamente como primera y segunda guerra médica
Explicación:
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Las Guerras Médicas18 ocupan las dos primeras décadas del Siglo V determinan, en gran parte, el devenir histórico del resto de la centuria. Pueden establecerse en ellas cuatro momentos bien diferentes: la inicial rebelión jonia, un primer intento fracasado de invasión persa, y las dos Guerras Médicas propiamente dichas. La primera confrontación, en territorio del Asia Minor, acaba con la victoria persa tras la batalla de Lade (494 a.C.), y quizás lo más significativo de ella fue la implicación de Atenas, que iba así sentando las bases de su posterior hegemonía. Una invasión persa por el norte de Grecia se fue agotando poco a poco (en realidad se trató más de una expedición de castigo que de un auténtico intento de invasión) y la retirada persa en el 492 a.C. dejó a los medos ocupando toda Asia Menor y el Helesponto. A continuación, la Primera Guerra Médica no fue más que otra expedición de castigo persa, que tuvo importantes repercusiones político-militares para el futuro de Grecia. Así, asistimos a un fenómeno de desunión entre los griegos (nada que no hubiera sucedido ya antes, por otra parte...) y Argos junto con Egina colaboraron en mayor o menor grado con los persas, mientras que Esparta y Atenas no cedieron ante sus pretensiones de sumisión. Atenas toma dos decisiones claves en su historia: empujada por Temístocles19 (biografiado por Plutarcor8) deriva hacia una potencia naval, contruyendo naves y fortificando puertos; poniendo al frente de su ejército a Milcíades, consigue detener a los persas en la batalla de Maratón20 (490 a.C.) que pone punto final a la invasión. Debe hacerse hincapié en que la unidad de los griegos está bien lejos de conseguirse, ni aún en estas difíciles condiciones, por lo que vemos la prácticamente total inhibición de Esparta en esta guerra. La continuación de las hostilidades en la Segunda Guerra Médica, que Jerjes, el hijo de Darío, inicia con una gran cantidad de efectivos militares (tanto navales como terrestres) vuelve a producir el mismo fenómeno de desunión griega, y sólo Esparta y Atenas forman una “liga griega”, expresión un tanto “optimista”, para enfrentarse al invasor. Hay que hacer notar que el mando del ejército conjunto recayó en Esparta, y no en Atenas, muy posiblemente por la gran tradición militar de aquella. En los inicios del enfrentamiento se produce el famosísimo episodio de la batalla de las Termópilas (480 a.C.) , un primer intento, un tanto ingenuo, de detener el avance persa. Nos lo cuentan con detalle tanto Herodotor9 21 como Diodoro de Siciliar10 22... Tampoco la batalla naval del Cabo Artemisio23 (Artemisión) logró detener el avance persa, que llegó a Atenas, evacuada por orden de Temístocles, saqueándola e incendiándola. Es también Temístocles el que fuerza -en muchos sentidos- la batalla naval de Salamina24, infligiendo una severísima derrota a la flota persa, que abandona Grecia. Quedan en ella las fuerzas terrestres persas, que son derrotadas definitivamente al año siguiente en Platea25. Las batallas citadas (Maratón, Termópilas, Salamina y Platea) han pasado a nuestro imaginario como el paradigma del enfrentamiento del tipo “David frente a Goliat”, pero debe huirse de simplificaciones como esta, ya que la realidad suele ser más compleja. Piénsese, por ejemplo, en las dificultades logísticas del desplazamiento del ejército persa, inimaginables en aquel momento. En realidad, el enfrentamiento entre las dos culturas fue un enfrentamiento entre dos maneras de entender el mundo y de aplicar el poder. Salió “vencedora” la manera griega, pero podría haber sido bien al contrario.
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