¿que es vivir en la red?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Análisis
Mostrarse como un personaje
Las redes sociales canalizan una insistente demanda actual: exhibirse en las pantallas. No es casual que estos nuevos medios de comunicación se hayan inventado justo ahora, permitiendo que cualquiera se convierta en autor, narrador y personaje de sí mismo. Una de las estrategias más usuales para lograrlo consiste en hacer de la propia intimidad un espectáculo destinado a un público potencialmente infinito: la extimidad.
Pero si ese sujeto casi siempre se llama yo e intenta hacer de sí mismo un show, ¿es real o ficticio? Quizás la pregunta esté mal formulada. Al fin y al cabo, ¿qué diferencia hay entre un personaje y una persona real? Tal vez esa discrepancia resida en la soledad. No se trataría, por tanto, de insistir en la cada vez más problemática oposición entre realidad y ficción, o verdad y mentira, para poner el acento en otro lado: en la capacidad de estar a solas, una habilidad que parece haberse vuelto rara o sin sentido. Al contrario de lo que sucede con las personas comunes o reales (o con lo que consideramos que sea eso), los personajes nunca están solos. Siempre hay alguien que observa todo lo que hacen, que sigue con avidez sus actos y gestos, sus sentimientos y pensamientos, hasta sus emociones más nimias o banales. Siempre hay un espectador, un lector, una cámara, una mirada sobre el personaje que le quita su carácter meramente humano.
En la vida de las personas de carne y hueso no siempre hay un público para observar nuestras acciones: ni las heroicas ni las miserables, ni mucho menos las trivialidades cotidianas. Con demasiada frecuencia nadie nos mira, de modo que no tenemos testigos de lo que somos. Eso no sería demasiado grave, hasta podría significar un alivio si no viviéramos inmersos en una cultura como la contemporánea.
En una sociedad tan orientada hacia la visibilidad y que concede tanto valor a la imagen, si nadie nos mira, el riesgo que se corre es la mismísima inexistencia. Ese vértigo de la nada es relativamente inédito y se debe a una compleja transformación histórica, que se fue engendrando en las últimas décadas. Como consecuencia de esos desplazamientos (sociales, culturales, políticos, económicos, morales), la verdad sobre lo que somos ha dejado de brotar prioritariamente de la interioridad, es decir, de algo que tendríamos guardado dentro de nosotros mismos y que constituiría la propia esencia. En cambio, cabe a la mirada ajena el poder de irradiar esa verdad, al evaluar todo (y solamente) lo que cada uno es capaz de mostrar