¿Qué es mejor una sociedad en la que no intervienes, pero el gobierno es justo o una sociedad en la que si intervienes, pero no sabes con certeza si será justo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Teniendo en cuenta la construcción de personajes o figuras realizada por los interlocutores de los diálogos platónicos, aquí nos ocuparemos de estudiar la de los sujetos justo e injusto (efectuada por Glaucón y Adimanto en República II) y la del sofista (consumada por el Extranjero de Elea y Teeteto en el diálogo Sofista), sin perder de vista la singular presentación que se hace del filósofo en este último diálogo. Establecidas esas cuatro figuras, buscaremos explicitar las relaciones que hacen de las primeras antecedentes de las últimas. Finalmente, destacaremos las consecuencias que se derivan de dichas relaciones para la comprensión de la interpretación platónica del filósofo y de su principal adversario, el sofista.
Explicación:
En la estructura general de República, el libro II representa un hito insoslayable. Establecido el marco dramático y temático de la obra en el libro I y antes de la presentación de los grandes bloques teóricos de las unidades subsiguientes, el libro II plantea la problemática central que termina condicionando el desarrollo completo del argumento.3 Tanto es así que esa problemática -que gira alrededor de la justicia y su efecto sobre el alma de los hombres- es retomada en las líneas finales del diálogo donde Sócrates afirma que ya se han alejado las dificultades suscitadas en la argumentación y que además ya se ha descubierto que “la justicia es en sí misma lo mejor para el alma en sí misma, y que ésta debe hacer lo justo cuente o no con el anillo de Giges” (612b).4 Ahora bien, quienes, en el libro II, presentan esas dificultades, plantean la problemática central sobre la justicia y relatan la historia de Giges son Glaucón y Adimanto. Estos hermanos, de orígenes nobles y linaje divino debido a la herencia de su padre Aristón,5 gozan de una educación y condición aristocráticas que los convierte en potenciales guardianes de la nueva ciudad y, por ello, en adecuados interlocutores de un Sócrates que pretenderá reeducarlos.6
La exposición de Glaucón y Adimanto se desarrolla en un largo pasaje que se extiende desde 357a1 hasta 367e5, y el encargado de iniciar la discusión es el primero de ellos, quien desafía a Sócrates al preguntarle: “¿Quieres que parezca (δοκεῖν) que hemos quedado convencidos o que verdaderamente (ἀληθῶς) nos convenzamos de que lo justo es mejor que lo injusto en todo sentido?” (357a-b). Con esa pregunta, y mediante un giro proléptico, Glaucón anticipa el par de cuestiones clave de la exposición; a saber: el problema de las apariencias y la discusión sobre la justicia. Respecto a esta última, el mismo Glaucón le exige a Sócrates que la ubique en una de las tres clases de bienes que presenta: a) los que se desean por sí mismos, b) los que se desean tanto por sí mismos como por lo que ellos generan y c) los que se anhelan sólo por los beneficios que generan (357b-d). Sócrates asegura que la justicia pertenece a la segunda clase de bienes,7 pero Glaucón le advierte que la mayoría no opina así, sino que la consideran un bien penoso sólo deseable por lo que genera. A partir de este punto, Glaucón se dedicará a defender, como una especie de abogado del diablo, esa supuesta tesis de la mayoría en la que él mismo admite no creer, pero que no sabe cómo enfrentarla cuando la escucha de boca de Trasímaco y de tantos otros. Entonces, procurando que Sócrates demuestre qué es la justicia y qué cosas produce en el alma de quien la posee, Glaucón defenderá dicha tesis apelando a i) una exposición del origen de la justicia que deviene en una teoría del pacto social; ii) un relato sobre el pastor Giges, y iii) una caracterización de los modos de vida de un hombre justo y de otro injusto.