¿Qué es la felicidad? En principio parece una materia vaporosa y muy subjetiva. Según el diccionario de la Real Academia Española, la felicidad es el estado de ánimo que se complace a la satisfacción de un bien. Pero parece poca cosa para definir este luminoso objeto de deseo. Todos queremos ser felices, ahora bien ¿Cómo se consigue?
En cuanto a mí, me veo obligado a preguntarme ¿tengo suficientes atributos morales para hablar de la felicidad? ¿Soy feliz? Pues a ratos sí, y a ratos no, como casi todo el mundo, supongo. Tan sólo los místicos en éxtasis o los yoguis durante el nirvana pueden considerarse en un estado de felicidad permanente. El resto de los mortales sólo podemos hacer balances entre nuestros buenos momentos y los malos, entre la realidad y nuestros deseos, entre nuestros ideales y cómo nos comportamos efectivamente.
Pero uno no es feliz, uno se siente feliz, que es algo bastante distinto. La felicidad se mide con un baremos interior, intimo y exclusivo. Es un efímero cotidiano, subjetivo y placentero. Lo que hace feliz a unos acongoja a otros. Sólo nosotros podemos calcular nuestra felicidad.
La felicidad también desprende del balance. Recorremos nuestras vidas paso a paso, jornada a jornada. Hay etapas buenos, menos buenas y malas. No es lo mismo un viajero que un turista, y también hay que distinguir al caminante que sabe dosificar sus pasos y cuándo hay que detenerse, del zombi que deambula por la sociedad al dictado de otros.
He decidido, en un ejercicio de osadía, resumir la sabiduría del caminante en un sucinto decálogo que enumero a continuación:
Primero: Ten sueños, metas e ideales. Le proporcionan un sentido a tu andar y marcan el norte de tu brújula vital. Justifican el esfuerzo que realizas. La sensación de estar acercándote a ellas te proporcionará felicidad mientras caminas.
Segundo: Que esa meta te estimule que no te aplaste. Proponte metas más allá de tus posibilidades puede frustraste. Por el contrario, marcarte metas demasiado fáciles pueden aburrirte. Una buena meta ha de conseguir que te esfuerces para que des lo mejor de ti, pero sin amargarte ni alinearte.
Tercero: La felicidad no se concentra en el preciso instante de cruzar la meta, hay que saber encontrarla en cada etapa del camino. No la difieras demasiado, disfruta de las pequeñas satisfacciones de cada jornada. Establece metas intermedias, superarlas te estimularán y te reafirmarán en el camino correcto.
Cuarto: Cuando alcances una meta, plantéate otra. Evitarás el horror vacui de una vida sin proyecto ni norte. Esas nuevas metas no sólo deben buscar “más y más”, sino también lo “diferente” y, sobre todo lo “mejor” para ti.
Quinto: Apóyate en el bastón de tu talento, guíate por la brújula de tus sueños, y apoya tus botas sobre la realidad. Los caminantes veteranos saben que para llegar lejos deben marchar paso a paso, vigilando el suelo para no tropezar, pero levantando la mirada hacia las estrellas para descubrir el rumbo que deben seguir. Que tu inteligencia y tu intuición te ayuden a escoger la ruta más adecuada entre las muchas bifurcaciones que se te presentarán cada día.
Sexto: El sentido del camino te lo ofrece su conjunto. Integra en él los capítulos duros, los dolorosos y el sufrimiento. Aislados, te amargarán, asimilados al conjunto de tu vida pueden cobrar un nuevo sentido. Lo comprenderás cuando tengas distancias suficiente para valorar un tramo largo del camino realizado, y extraerás enseñanzas para aprovechar el que aún te queda por recorrer.
Séptimo: Los demás caminantes reconocen en ti al personaje que proyectas con tus obras. Eres lo que haces y como piensas que eres. El escritor Raymond Carver afirmo “Tu no eres tu personaje, pero tu personaje sí eres tú”. El personaje que los demás ven es más real que la persona que tú consideras que eres en tu interior. Presta atención a lo que de verdad haces y no te auto justifiques con las excusas de lo que piensas que eres.
Octavo: La coherencia entre tu persona y tu personaje, entre lo que piensas y lo que haces, te hará sentir bien. La incoherencia vital hará que tu camino sea insufrible.
Noveno: Tu vida no es una novela que escribes con tus actos. Conoce bien a tu personaje y desarrolla tus potencialidades en función de las circunstancias y de tus ideales. Eres el escritor de la novela de tu vida, influye en su argumento, concédele más protagonismo a tu personaje, así comprenderás mejor el conjunto de tu camino.
Décimo: No caminas solo. Tu felicidad también se encuentra en la de los demás; lo que des sera lo que recibirás. Ayuda con generosidad y no olvides que, además de las personas, también nos acompaña la naturaleza ubérrima, con tuda su multiplicidad.
Un decálogo sencillo para un camino complicado, lleno de rosas y espinas: el de tu propia vida. ¡Suerte con ella, hermano!
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gracias por los puntos jajaj:)
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