Geografía, pregunta formulada por Roxas12, hace 2 meses

¿Que es la corriente radical?
Y¿Cómo puedo enseñarla en primaria?

Respuestas a la pregunta

Contestado por uydew7yr734657
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Respuesta:

Explicación:

Entre los analistas existe un acuerdo generalizado de que la educación constituyó el esfuerzo más notable de los radicales durante la segunda mitad del siglo XIX. A ellos se debe la fundación de escuelas, colegios y universidades dirigidas a crear lo que hoy llamamos el sistema educativo colombiano. Es cierto que en los años anteriores tanto el Estado como las organizaciones religiosas y los grupos y agentes privados crearon y sostuvieron instituciones de enseñanza, pero todos aquellos afanes no lograron originar un conjunto de instituciones y programas dirigidos a crear una política orgánica en materia de educación. Sólo en el período que va de 1863 a 1886 "de las administraciones liberales conocidos con el nombre de radicalismo-, se sentaron las bases de la instrucción primaria y se abordó con seriedad el intento de difundir los rudimentos de la lectura y escritura a toda la población de siete a quince años de edad.

 

Antecedentes

 Cuando los liberales llegaron al poder en 1863, la tasa de analfabetismo era casi del ciento por ciento. En las pocas escuelas existentes los niños aprendían a rezar, a memorizar y a recitar, pero no a leer ni a escribir. Sólo había establecimientos escolares en las grandes ciudades y a ellas asistía un limitado número de jóvenes que rápidamente abandonaba los planteles sin haber adquirido las mínimas habilidades intelectuales. Después de las jornadas libertadoras, el general Francisco de Paula Santander había elaborado un plan de estudios en el cual se pedía que cada parroquia mantuviera una escuela primaria, cada provincia un colegio y cada departamento una universidad. Pero este proyecto apenas tuvo eco en unas pocas regiones y no de manera firme y segura. Las limitaciones de los recursos del incipiente Estado nacional nunca lograron poner en marcha el plan, y sus objetivos quedaron en el ambiente como expresión de lo que debería ser la educación popular en una República independiente.

 Años después, en 1842, el ministro del Interior Mariano Ospina Rodríguez elaboró un segundo plan educativo. De forma similar a la experiencia de Santander, el meticuloso articulado de Ospina -un documento de 48 capítulos con 434 artículos- contó con múltiples dificultades: apatía de la población, indiferencia de los funcionarios públicos y la tradicional escasez de fondos. Sin embargo, su atención puesta en la organización de los estudios dirigidos a elevar la calidad y la seriedad de los programas alcanzó resultados positivos. A pesar de que estaban orientados por una política marcadamente conservadora, el rigor y el espíritu de disciplina de las tres universidades de la época lograron superar por algunos años la confusión y el desorden de los programas universitarios. En estas instituciones se formaron durante los años cuarenta algunos de los más prestigiosos líderes del radicalismo.

 En los años cincuenta y comienzos de los sesenta, se hicieron algunos esfuerzos por sostener las escuelas existentes, pero la inestabilidad política y los levantamientos armados destruían en pocos días el fruto de largos años de trabajo. Un informe del Estado del Cauca apuntaba que la guerra civil de 1863 «no había dejado ninguna escuela en pie», y que con pocas excepciones, «la ignorancia se había convertido allí en regla». En las ciudades la situación no era mejor. Otro informe de aquellos años registraba que sólo el 2 o 3% de la población de Bogotá asistía a la escuela. A esta situación se sumaba la ausencia propiamente dicha de la universidad después de 1850. Como respuesta a las políticas autoritarias de Ospina, liberales y conservadores se habían unido para apoyar la «libertad de enseñanza», lema que resumía el deseo de que las instituciones universitarias funcionaran sin la interferencia del gobierno central. Esta aspiración alcanzó vida institucional en 1850, cuando se aprobó una ley que suprimía las universidades, abolía el requisito de los títulos para ejercer las profesiones y daba completa libertad a los colegios -una mezcla de enseñanza media y estudios superiores- para organizar sus programas.

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