que es conformación de integrantes
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Uno de los ejes de la propuesta de construcción de una cultura de participación se centra en el trabajo directo con los adolescentes.
El proceso de conformación grupal tiene ciertas características:
Se asemeja más a un recorrido sinuoso, con avances, esquives y paradas obligadas, que a un camino lineal. En el trayecto se da un ir y venir en el cual aparecen imprevistos, conflictos entre los participantes, cuestiones que afectan la concreción de las ideas, luchas por el liderazgo, etcétera.
Los integrantes varían en número a lo largo del proceso. Se puede decir que hay una primera fase de acomodamiento, de exploración, de prueba, en la que se suman y desertan adolescentes. Ellos resuelven si les interesa estar. Luego, un período de progresiva afirmación grupal, de crecimiento, en el cual plantean sus intereses. En el momento de la consolidación hay un nuevo ajuste, en el que se pueden perder integrantes.
Los grupos se desarrollan, tienen determinada vida y mueren (la mayoría). Otros se transforman y algunos llegan a instituirse.
De acuerdo con su composición y con su carácter espontáneo o construido, las relaciones de poder difieren. En los primeros, los adolescentes se agrupan sin intervención adulta; ellos eligen con quién y dónde se juntan. En general, son los propietarios del lugar, los que se hacen cargo de la llave. En los segundos, es el adulto quien convoca y distribuye, a su criterio, a los participantes.
Está implícita cierta complejidad porque inciden múltiples factores: la forma de convocar (masiva o dirigida especialmente a ciertos adolescentes), el tipo de adolescente, la cantidad, la edad y el sexo, entre otros.
Conformar grupos es un proceso de integración que requiere la atención del adulto en tres aspectos fundamentales: a) la personalización; b) la confianza; c) los cambios de lugar.
La personalización
La personalización es el proceso que parte de la identificación de los integrantes de un grupo por su nombre de pila o apodo aceptado, pasando por el conocimiento respetuoso, hasta llegar al reconocimiento de cada adolescente como parte de ese grupo. Esto individualiza la relación y la torna menos rígida. Por otra parte, que el adulto llame por su nombre o apodo aceptado al adolescente favorece la construcción de vínculos positivos. Cuántas veces se ha escuchado el comentario: “¡se acordó de mi nombre!”.
En algunos lugares el nombre de pila no es lo que identifica al adolescente; el apodo se luce con orgullo y es carta de presentación: el Guiso, el Canacha, el Toto, el Mono; así se los conoce en el barrio. El nombre ha sido un accidente que solo la escuela recuerda y la policía conoce. Obviarlo e insistir en sus nombres puede ser un error al establecer los primeros vínculos.
Por otra parte, cuando el uso del apodo se consolida desde la burla, se generan conflictos y se dificulta la integración.
Explicación: