¿Qué enseñanzas nos dejó la Dictadura Militar a partir de los DD. HH?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Los procesos de memoria para países del Cono Sur, como Uruguay, Argentina, Chile o Brasil, han sido bien complejos, pero también de muchos espacios y de recorridos comunes. Lo que hoy se está discutiendo en Chile, y que tiene que ver con la enseñanza de la Historia, ha sido un debate también en Argentina en otros momentos, y lo sigue siendo, por cierto.
La pregunta formulada como origen de la conferencia en realidad no tiene una respuesta unívoca, lo que me interesa es que pensemos acerca del rol de la Historia en las sociedades post dictatoriales. En principio, uno piensa que esta cuestiones ya se dijeron, porque ya se han dicho muchas cosas, pero yo trataré de referirme a otras más vinculadas con la disciplina histórica, de cierto mandato ético que tenemos con el pasado de nuestras sociedades. Pero en realidad uno debería poder indagar en relación a cuál es el sentido de la enseñanza de la Historia en nuestras sociedades hoy atravesadas por los procesos de la dictadura militar, no tanto asociadas con aquellas marcas que dejaron los pasados. Porque no es una cuestión acerca de qué pasados estamos enseñando, abordando o transmitiendo, sino que la discusión pasa y la pregunta se responde en función de qué futuro estamos imaginando, y esa hoy, probablemente, la discusión en Chile y en muchos otros lugares también atravesados por un régimen de historicidad, y eso es importante pensarlo.
Hoy la percepción del tiempo, la percepción social del tiempo, aquel régimen de historicidad de las democracias liberales y del capitalismo actual es muy distinto de aquellas que emergieron en el tiempo de la modernidad, y entonces me parece que esta respuesta sobre cuál es el rol de la enseñanza de la Historia en las sociedades post dictatoriales remite a pensar de qué democracias estamos hablando.
Lo anterior tiene que ver con lo que se ve hoy en las calles de Chile, que básicamente es un espacio de disputa. Una disputa no solo por la significación del pasado, porque podemos incluso llegar a estar de acuerdo con la significación del pasado, sino sobre todo con que esa significación del pasado tiene que ver en realidad con la construcción de nuevos horizontes de expectativas, y eso me parece que hoy es lo que está en discusión en Chile y en otras dimensiones y lugares de América Latina.
Aquellos que se fastidian con los memoriosos, con los que insistimos con la memoria, con la Historia, con los que nos ponemos contentos cuando se hace un museo de la memoria, cuando se crean sitios de memoria, cuando se desclasifican archivos de la memoria y de la represión, cuando en el currículo escolar aparece la palabra memoria y construcción de la memoria, son los mismos que se fastidian hoy con la implicancia de la presencia del pasado en la construcción de esos nuevos horizontes de expectativas.
A modo de anécdota, recuerdo una vez que estaba en Rosario, una ciudad Argentina muy atravesada por la represión y uno de los primeros lugares donde se creó un museo de la memoria. Yo iba precisamente a ese museo, pero no sabía muy bien dónde quedaba. Le pregunté al taxista, y bueno, las conversaciones con los taxistas en cualquier parte del mundo son siempre interesantes, y esta no dejó de serlo. Entonces me dice que sabía dónde quedaba y me mira diciéndome “¿le hago una pregunta? Si yo, por ejemplo, ahora que la estoy llevando y estoy conduciendo el auto, estaría todo el tiempo mirando para atrás ¿qué pasaría?” No sé, le digo, chocaríamos. Y en seguida le pregunto: “¿y entonces por qué tiene tantos espejos el auto? Usted se la pasa mirando para atrás, porque la Historia es un espejo retrovisor”.
Mirar para atrás tiene que ver, básicamente, con ir para delante, entonces esa es una primera cuestión. El dilema en torno a la enseñanza de la Historia no tiene que ver con el pasado, con la discusión del pasado, sino que tiene que ver con la discusión del futuro, y esa es una de las cuestiones que quiero destacar. No se trata de que tenemos que enseñar Historia porque tenemos solo un deber con los muertos, eso tiene que ver con nuestro deber ético con los ausentes, eso tiene que ver también con nuestros posicionamientos políticos, es una construcción social. El deber de las nuevas generaciones en torno a sus muertos es un lazo que debe construirse socialmente, y que en definitiva tiene que ver con ese lazo de construcción hacia delante, con cómo se va construyendo esa sociedad hacia delante.
Muchas gracias.