qué enseñanza crees que está proponiendo la narracion del carnero de juan rodríguez
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
be peces frescos y ahumados, avena y granos, frijoles, harina, manteca, queso,
cebollas, caballos y bueyes, velas y jabones, telas, tablas de pino, roble y cedro
para las cajas de azúcar (Cuba contó con la primera sierra de vapor que llegó a la
América hispánica pero no tenía madera que cortar) y duelas, arcos, aros, argollas
y clavos.
Así se iba trasvasando la sangre por todos estos procesos. Se desarrollaban los países
desarrollados de nuestros días: se subdesarrollaban los subdesarrollados.
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EL ARCOÍRIS ES LA RUTA DEL RETORNO A GUINEA
En 1518 el licenciado Alonso Zuazo escribía a Carlos V desde la Dominicana: «Es
vano el temor de que los negros puedan sublevarse; viudas hay en las islas de
Portugal muy sosegadas con ochocientos esclavos; todo está en cómo son
gobernados. Yo hallé al venir algunos negros ladinos, otros huidos a monte; azoté a uayana
holandesa, a través del río Courantyne, sobreviven desde hace tres siglos las
comunidades de los djukas, descendientes de esclavos que habían huido por los
bosques de Surinam. En estas aldeas, subsisten «santuarios similares a los de
Guinea, y se cumplen danzas y ceremonias que podrían celebrarse en Ghana. Se
utiliza el lenguaje de los tambores, muy parecido a los tambores de Ashanti»(45 Philip
Reno, El drama de la Guayana británica. Un pueblo desde la esclavitud a la. lucha por el socialismo, Monthl•, Review, núm. 17/18,
Buenos Aires, enero-febrero de 1965) . La primera gran rebelión de los esclavos de la
Guayana ocurrió cien años después de la fuga de los djukas: los holandeses
recuperaron las plantaciones y quemaron a fuego lento a los líderes de los
esclavos. Pero tiempo antes del éxodo de los diukas, los esclavos cimarrones de
Brasil habían organizado el reino negro de los Palmares, en el nordeste de
Brasil, y victoriosamente resistieron, durante todo el siglo XVII, el asedio de
las decenas de expediciones militares que lanzaron para abatirlo, una tras
otra, los holandeses y los portugueses. Las embestidas de millares de
soldados nada podían contra las tácticas guerrilleras que hicieron invencible,
hasta 1693, el vasto refugio. El reino independiente de los Palmares --
convocatoria a la rebelión, bandera de la libertad- se había organizado como
un estado «a semejanza de los muchos que existían en África en el siglo XVII»
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(46 Edison Carneiro, O quilombo dos Palrnares, Río de Janeiro, 1966.). Se extendía desde las vecindades del
Cabo de Santo Agostinho, en Pernambuco, hasta la zona norteña del río San
Francisco, en Alagoas: equivalía a la tercera parte del territorio de Portugal y
estaba rodeado por un espeso cerco de selvas salvajes. El jefe máximo era
elegido entre los más hábiles y sagaces: reinaba el hombre «de mayor
prestigio y felicidad en la guerra o en el mando» (47 Nina Rodrigues, Os africanos no Brasil, Río
de janeiro, 1932.). En plena época de las plantaciones azucareras omnipotentes,
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Palmares era el único rincón de Brasil donde se desarrollaba el policultivo.
Guiados por la experiencia adquirida por ellos mismos o por sus antepasados
en las sabanas y en las selvas tropicales de África, los negros cultivaban el
maíz, el boniato, los frijoles, la mandioca, las bananas y otros alimentos. No
en vano, la destrucción de los cultivos aparecía como el objetivo principal de
las tropas coloniales lanzadas a la recuperación de los hombres que, tras la
travesía del mar con cadenas en los pies, habían desertado de las
plantaciones.
La abundancia de alimentos de Palmares contrastaba con las penurias que,
en plena prosperidad, padecían las zonas azucareras del litoral. Los esclavos
que habían conquistado la libertad la defendían con habilidad y coraje
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