¿Que emociones viven tu familia en esta pandemia?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Es de tu familia no?
Explicación:Responde,preguntales y ya
Respuesta:
1=La incertidumbre
Entender lo que ocurre con las emociones ante una amenaza inminente puede parecer complicado, pero es posible. Su mecanismo básico es bastante simple, aunque sus manifestaciones son variadas, como ya vimos. La incertidumbre, en grado diverso, es lo que las impulsa.
2=El absurdo a la parálisis
La realidad se seguía imponiendo. Hay una amenaza real, se decía, pero ¿cómo es?, ¿cómo se identifica?, ¿cómo me defiendo? Las preguntas sin respuesta clara hacen más ambiguo el peligro y generan respuestas también ambiguas. Entonces vimos a la gente moverse con nerviosismo de un lado a otro, como con prisa, sin saber qué hacer, hasta que una idea en apariencia sensata —cómo conseguir provisiones— provocó compras de pánico. La ambigüedad del peligro empuja también a buscar más información y entonces se presta oídos a lo que sea, incluso las ideas más absurdas. “Hay que hacer gárgaras de limón”, “sal con bicarbonato”; escuché a alguien que afirmaba “…como el virus se muere con el calor, respiremos con un secador de cabello a todo lo que da frente a la nariz”.
3=La esperanza
Es muy atractivo pensar en las excepciones, pues indican que hay alguna posibilidad de evitar lo peor. Es la esperanza. Proporciona energía y redobla el esfuerzo para salir del peligro, agudiza el ingenio (hay que ver la variedad de cubrebocas y escafandras que la inventiva popular ha creado) para encontrar la rendija de escape. Pero sin una base sólida la esperanza puede ser una trampa mortal. También es ambigua, puede inducir a bajar la guardia y entregarse al peligro sin advertirlo.
4=Peligro!
La principal función del miedo es alertar sobre el peligro. Y la primera reacción ante este es la huida. Como ya vimos en el ejemplo de un incendio, nos alejamos de la amenaza más inmediata a veces solo para caer en un peligro mayor. Pero los resultados pueden ser mejores cuando es posible poner en juego los conocimientos adquiridos por la experiencia y analizados por la razón. Por siglos, la humanidad ha sufrido epidemias devastadoras. En Europa la peste terminaba con poblaciones enteras. En su estudio de 2003 para explicar el despoblamiento de América, Elsa Malvido, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, refiere que la mortalidad por enfermedades como la viruela, traída a México por los españoles durante la etapa colonial, fue de entre 80 y 90 %. Aun sin conocer la causa que producía estas epidemias, ya entonces se pudo entender que huir o viajar de un lado a otro durante el brote lo que hacía era propagarlo más. Hoy podemos tomar medidas para evitar el contagio, como las recomendadas para la pandemia de la COVID-19, sobre todo no desplazarse: quedarse en casa.
5La necesidad del conocimiento
La primera respuesta ante una amenaza es automática, involuntaria y genera conducta impulsiva que no siempre es la mejor. Huir, como hacen todos los animalitos, en este caso es contraproducente. Razonar para modular los mecanismos del miedo, es mejor. Para que la razón haga lo suyo debe haber información. Pero en las situaciones inéditas, como es esta pandemia, no siempre tenemos esa información o esta es insuficiente o incorrecta. En consecuencia nos hemos dado a la tarea de intentar obtenerla de manera impulsiva, a tropezones, y de donde venga sin importar su veracidad ni su utilidad. De ahí que la mayoría de la gente no solo acepta, sino que contribuye a difundir información falsa (fake news), irrelevante o contradictoria, lo que aumenta la incertidumbre. Ante el bombardeo actual de datos especulativos, que no pueden ser contrastados con la realidad, seremos incapaces de modular la respuesta del miedo.
Explicación:
Temor y preocupación por tu salud y la de tus seres queridos.
Cambios en tus hábitos de sueño y alimentación.
Dificultades para dormir o concentrarte.
Dolor de cabeza o de cuerpo.
Problemas de atención.
Tristeza excesiva.
Irritabilidad.
Desgano