que efectos tiene el trabajo de Samanta Cristoforetti?
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En una entrevista con The Verge, la italiana Samantha Cristoforetti afirmaba que, en realidad, ella no eligió el espacio, sino que fue el espacio quien la eligió a ella. De esta forma trataba de explicar una pasión que había nacido en la niñez, que es cuando nacen las vocaciones imperecederas, esas que marcan la dirección de toda una vida. Decisiones en las que el componente racional no aplica pero cuya influencia es capital. No cabe duda de que hace falta una gran vocación y mucho esfuerzo para convertirse en la primera mujer italiana en viajar al espacio (la tercera europea) y una de las que más tiempo ha pasado fuera de nuestro planeta (un total de 199 días entre 2014 y 2015). Semejante experiencia merecía la pena ser contada ( “para mí era muy importante compartir la experiencia todo lo posible”, explica Cristoforetti) y así fue como la astronauta de la ESA se convirtió también en una tuitstar con casi un millón de seguidores gracias a sus vídeos, fotos y comentarios desde el espacio.
Durante los más de seis meses que duró su misión, Cristoforetti hizo de la vida cotidiana en la Estación Espacial Internacional un ejercicio de divulgación científica que, a buen seguro, ha inspirado unas cuantas vocaciones que verán la luz en el futuro. Aprendimos por ejemplo cómo se duchan los astronautas, la peculiar forma en que tienen que usar el retrete o cómo se puede cocinar un arroz en microgravedad. La ingeniera italiana se convirtió también en la primera persona en hacer y probar un café espresso en el espacio, gracias a una cafetera diseñada especialmente para la ocasión.
Aunque fueron los vídeos en YouTube de la cotidianeidad los que hicieron popular a Cristoforetti, durante su estancia en la ISS la astronauta italiana participó en unos 200 ó 250 experimentos. Claro que como ella misma reconoció en una entrevista, en realidad en muchos de ellos no tuvo que hacer nada, puesto que los astronautas son los sujetos de estudio (en todos aquellos en los que se comprueban las reacciones del cuerpo humano en el espacio), y en otros su trabajo se limitó a guardar una muestras en un congelador o apretar un interruptor. Pero en otros, alrededor de unos 60, Cristoforetti sí que tuvo un papel muy activo: ella era, por ejemplo, la responsable de los experimentos en microgravedad de la ESA y también debía encargarse del mantenimiento del equipo dada su condición de ingeniera.
La italiana ha confesado que lo único que echa de menos de su estancia en el espacio es la sensación de estar sin gravedad. Actualmente, mientras desarrolla su trabajo en la ESA, cuenta los días para regresar allá arriba y poder cumplir uno de sus sueños, tal vez el único que le queda pendiente: salir a dar un paseo espacial. Y, si continúa con su labor divulgativa, lo más probable es que muchos podamos acompañarla y aprender con ella en esa excursión.