¿Qué documento se creó en medio de la usurpación francesa a España, a partir de una nueva idea de sociedad?
Respuestas a la pregunta
Respuesta: La Revolución francesa goza de un prestigio casi mítico. Las ideas, los valores, y el modelo que engendró y difundió a través del mundo entero ejercen todavía su fascinación sobre las sociedades contemporáneas. La perennidad de su influencia en los debates sobre la moderni-dad, los derechos humanos, y la democracia, y también sobre aquellos que tratan del papel de las revoluciones y de la violencia política, da razón de las pasiones que sigue suscitando. Cualquier conmemoración de este mito funda-dor de nuestra modernidad provoca tomas de posición contradictorias. Desde hace dos siglos las variadas interpretaciones que las sucesivas generaciones de historiadores no han cesado de aportar, constituyen otros tantos remodelajes del acontecimiento. Al igual que Janus, la Revolución francesa presenta dos caras opuestas: de un lado, la cara luminosa de 1789, símbolo de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, de la democracia y de los derechos humanos, del triunfo y de la razón sobre el oscurantismo; del otro lado la sombría de 1793, la cara del terror aplicado en nombre de la defensa de los logros revolucio-narios. Estas dos caras opuestas, y sin embargo indisociables, de la Revolución francesa han contribuido poderosamente a configurar el mundo moderno, en el cual las zonas de luz se acompañan de demasiadas zonas de sombra. En muchas sociedades contemporáneas perdu-ra la lucha entre los ideales de 1789 y las prác-ticas de 1793, entre la democracia y el totalita-rismo. Como escribían François Furet y Mona Ozouf, «Nos encontramos ya lejos de la Revo-lución francesa y vivimos más que nunca en el mundo que ella abrió1». Tanto como su continuidad en el tiempo, la Revolución francesa impresiona por la ampli-tud de su difusión en el espacio. Salvo en las sociedades anglosajonas cuya cultura política específica, distinta de la de la Europa continen-tal, constituyó una barrera eficaz contra la im-plantación de sus ideas, la Revolución francesa ha ejercido su influencia en todas partes. Al contrario que la «Gloriosa revolución» de la Inglaterra del siglo xvi, y que la revolución americana, que se revelaron poco exportables, la Revolución francesa revistió un carácter uni-versal y difundió su modelo. La nueva cultura política que engendró, centrada en la noción de cambio político total, mediante la acción vo-luntaria y la movilización de las masas, se ex-tendió a los países vecinos de Francia de la Eu-ropa occidental, pero también a la Europa oriental, al Imperio otomano y al Imperio per-sa, a América latina y a las Antillas, a Japón y a China, y más tarde a los países africanos, a los asiáticos y a los del Próximo Oriente que combatían el colonialismo para acceder a la in-dependencia. Las revoluciones, los movimien-tos de liberación y los esfuerzos de construc-ción de los estados y de las naciones modernas de los siglos XIX y XX, han asumido explícita o implícitamente el legado de la Revolución francesa, cuya fecundidad en la invención de formas modernas de poder fue excepcional2. Si bien en Francia la leyenda y el prestigio de la Revolución se acompañan del recuerdo de sus excesos -el Terror- y de su fracaso -el bo-napartismo-, en el extranjero esta leyenda per-manece intacta. 1789 otorga a Francia un gran prestigio en el mundo. Con ocasión del bicentenário, el presente nú-mero de nuestra Revista está dedicado al estu-dio de las influencias ejercidas por las ideas y por el modelo de la Revolución francesa en al-gunos países y regiones. Además de su propio interés, este tema se justifica por el hecho que, salvo alguna que otra excepción, las innumera-RICS 119/Mar. 1989
Explicación: espero que te ayude dame coronita