que dificultades puede haber presentado la exigencia de tan caudalosos ríos para la región de Mesopotamia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El agua
Explicación: El agua fluye. De las montañas al mar. Indiferente ante las fronteras nacionales, los conflictos locales y los motivos religiosos, étnicos e ideológicos que animan a las personas que pueblan las orillas de sus cauces. Ríos que nacen en un país apagan la sed en otro, y como tales desempeñan, por definición, un papel importante en las relaciones entre los países cuyas fronteras cruzan con tanta facilidad. En las últimas décadas ha habido varios periodos en que sendos proyectos de desarrollo local relacionados con los ríos Éufrates y Tigris han puesto en pie de guerra a los Estados vecinos de Turquía, Siria e Iraq. Cuando en 1990 Turquía bloqueó el caudal del Éufrates durante nueve días para llenar el pantano de Atatürk, Iraq agrupó tropas en la frontera y amenazó con bombardear la presa. Actualmente, las tensiones se mantienen a flor de piel cuando está a punto de completarse otro gran pantano turco –la presa de Ilisu en el curso del río Tigris–, que reducirá notablemente el caudal de agua que fluye a Iraq y destruirá un patrimonio cultural e histórico milenario en la propia Turquía.
El agua es causa de conflicto en muchas situaciones, pero también tiene el potencial de unir comunidades para construir los cimientos necesarios de una paz duradera en Oriente Medio.
Hasankeyf amenazada
La principal preocupación de muchas campañas locales e internacionales contrarias a la construcción de la presa de Ilisu es la suerte de la ciudad de Hasankeyf, que junto con sus alrededores alberga numerosos yacimientos arqueológicos, algunos de ellos todavía inexplorados, que datan de hace más de 12 000 años. Las ruinas de un puente del siglo xi marcan el lugar en que la Ruta de la Seda cruzaba en su tiempo el río Tigris, y los miles de cuevas excavadas por humanos en las montañas rinden testimonio de la antigua cultura de la región. Todo esto está condenado a desaparecer bajo la superficie del agua a medida que se vaya llenando el pantano. Inmediatamente después de que se anunciara el proyecto en 1997 comenzó la movilización social: grupos de la sociedad civil, profesionales locales y ONG internacionales unieron sus fuerzas para oponerse al proyecto y denunciar la destrucción del entorno natural y del patrimonio cultural y el desplazamiento de 78 000 habitantes de Hasankeyf y sus alrededores. Una potente campaña internacional logró detener temporalmente el proyecto en 2009, cuando una serie de financieros europeos retiraron su apoyo al cundir la noticia de que Turquía no estaba cumpliendo las normas internacionales en materia de construcción de presas, fijadas por el Banco Mundial para proteger el medio ambiente, a la población afectada y el patrimonio cultural. Sin embargo, Turquía acudió a sus bancos nacionales para obtener la financiación necesaria y ahora el proyecto está de nuevo en marcha y está previsto que concluya este mismo año.
Una vez acabada, la presa de Ilisu generará aproximadamente el 2 % de la electricidad que requiere el país, una cantidad que puede obtenerse fácilmente con otros medios menos destructivos, como la modernización de las envejecidas líneas de transmisión. Por otro lado, en combinación con la vecina presa de Cizre, la de Ilisu se utilizará también para crear zonas de regadío, trayendo el necesario desarrollo a la región y aportando oportunidades de empleo a la población empobrecida; al menos, esto es lo que quiere hacernos creer el gobierno turco. Los más escépticos ven una correlación entre el gran número de megaproyectos de desarrollo que tienen un efecto devastador en la cultura, la sociedad y el medio ambiente locales, el hecho de que muchos de estos proyectos estén localizados en zonas con predominio kurdo, y las aspiraciones neootomanas del gobierno actual, que sueña con recuperar para Turquía el papel de potencia dominante de la región.