Que diferencia hay entre un discipulo y un apostol?
¿Como se llama la hija de jairo?
Explica brevemente uno de los milagros de jesus
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La hija de Jairo Marcos 5:21-24; 35-42 El 11 de noviembre Versículo para memorizar: Menores – El amor debe ser real. Romanos 12:9 Mayores – El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; afórrense al bien. Romanos 12:9 Jesús se fue a otro pueblo. Cuando llegó, un hombre que se llamaba Jairo vino a Jesús. Él estaba llorando y rogó a Jesús que viniera a su casa porque su hija de 12 anos se estaba muriendo. Él estaba desesperado por encontrar ayuda para ella. Jairo mostró que creía en Jesús cuando dijo, «Vendrás y pondrás tu mano sobre ella para que viva.» Jairo era sincero y real. Él lloró por su hija y pidió a Jesús que le ayudara. Jairo no se hizo pasar por alguien que no era. Jesús podía ver cuánto él amaba a su hija por sus lágrimas. Él vino a Jesús y lo respetó y le pidió que le ayudara. Así que, Jesús y sus amigos fueron a la casa de Jairo. Cuando Jesús estaba en el camino a la casa de Jairo, algunos mensajeros vinieron para decirle a Jairo que su hija había muerto. Los mensajeros trataron de convencer a Jairo de que Jesús no necesitaba ir a su casa. Ignorando a los mensajeros, Jesús le dijo a Jairo que no se asustará; solamente cree le dijo. Cuando llegaron al hogar, vieron a muchas personas llorando. Jesús les preguntó, «¿Por qué están llorando?» La muchacha no está muerta. Está dormida. La gente se burló de él cuando dijo esto. Jesús pidió que toda la gente saliera del cuarto a excepción de sus 3 amigos, Jairo y su esposa. Jesús entró en la recamara y tomó la muchacha por su mano. Jesús ordenó a la niña que se levantara. La niña se levantó y comenzó a caminar alrededor del cuarto. Todos estaban gozosos. Las noticias pasaron por todas partes acerca de lo que Jesús había hecho. ¡Era increíble! Luego, Jesús sabría lo que sería estar muerto y resucitado. ¿Cómo? Él murió en una cruz y 3 días después, Dios lo resucitó de la muerte. Como en la historia de la niña, mucha gente no creía que Jesús estaba vivo. Alguna gente no creería hasta haberle tocado. ¡Cuando lo hicieron, vieron que él estaba vivo, de verdad! Jesús murió por nosotros. Él sabía que no había otra manera que pudiéramos ir al cielo a menos que él tomara nuestros pecados (males) por morir en la cruz. ¡Así que lo hizo! Podemos ir al cielo por creer en Jesús y por pedirle que venga a nuestras vidas. Jesús se queda con nosotros y nos muestra cómo vivir y seguirlo.
Juan el Apóstol (hebreo יוחנן Yohanan, «el Señor es misericordioso») fue, según diversos textos neotestamentarios (Evangelios sinópticos, Hechos de los Apóstoles, Epístola a los Gálatas), uno de los discípulos más destacados de Jesús de Nazaret, nativo de Galilea, hermano de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo. Su madre podría ser Salomé. Era pescador de oficio en el mar de Galilea, como otros apóstoles. La mayoría de los autores lo considera el más joven del grupo de «los Doce». Probablemente vivía en Cafarnaún, compañero dePedro. Junto a su hermano Santiago, Jesús los llamó בני רעם Bnéy-ré'em (arameo), Bnéy Rá'am (hebreo), que ha pasado por el griego al español como «Boanerges», y que significa «hijos del trueno», por su gran ímpetu. Juan pertenecía al llamado «círculo de dilectos» de Jesús que estuvo con él en ocasiones especiales: en la resurrección de la hija de Jairo, en la transfiguración de Jesús, y en el huerto de Getsemaní, donde Jesús se retiró a orar en agonía ante la perspectiva de su pasión y muerte. También fue testigo privilegiado de las apariciones de Jesús resucitado y de la pesca milagrosa en el Mar de Tiberíades.Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, Pentecostés encontró a Juan el Apóstol en espera orante, ya como uno de los máximos referentes junto a Pedro de la primera comunidad. Juan acompañó a Pedro, tanto en la predicación inicial en el Templo de Jerusalén (donde, apresados, llegaron a comparecer ante el Gran Sanedrín por causa de Jesús), como en su viaje de predicación a Samaría.La mención del nombre «Juan», antecedido por el de «Santiago» y el de «Cefas» (Simón Pedro), como uno de los «pilares» de la Iglesia primitiva por parte de Pablo de Tarso en su epístola a los Gálatas es interpretada por la mayoría de los estudiosos como referencia de la presencia de Juan el Apóstol en el Concilio de Jerusalén.Las polémicas que sobre él se abatieron y aún se abaten (en particular, si Juan el Apóstol y Juan el Evangelistafueron o no la misma persona, y si Juan el Apóstol fue autor o inspirador de otros libros del Nuevo Testamento, como el Apocalipsis y las Epístolas joánicas -Primera, Segunda y Tercera-) no impiden ver la tremenda personalidad y la altura espiritual que a Juan se adjudica, no sólo en el cristianismo, sino en la cultura universal. Muchos autores lo han identificado con el discípulo a quien Jesús amaba, que cuidó de María, madre de Jesús, a pedido del propio crucificado (Stabat Mater). Diversos textos patrísticos le adjudican su destierro en Patmosdurante el gobierno de Domiciano, y una prolongada estancia en Éfeso, constituido en fundamento de la vigorosa «comunidad joánica»
Juan el Apóstol (hebreo יוחנן Yohanan, «el Señor es misericordioso») fue, según diversos textos neotestamentarios (Evangelios sinópticos, Hechos de los Apóstoles, Epístola a los Gálatas), uno de los discípulos más destacados de Jesús de Nazaret, nativo de Galilea, hermano de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo. Su madre podría ser Salomé. Era pescador de oficio en el mar de Galilea, como otros apóstoles. La mayoría de los autores lo considera el más joven del grupo de «los Doce». Probablemente vivía en Cafarnaún, compañero dePedro. Junto a su hermano Santiago, Jesús los llamó בני רעם Bnéy-ré'em (arameo), Bnéy Rá'am (hebreo), que ha pasado por el griego al español como «Boanerges», y que significa «hijos del trueno», por su gran ímpetu. Juan pertenecía al llamado «círculo de dilectos» de Jesús que estuvo con él en ocasiones especiales: en la resurrección de la hija de Jairo, en la transfiguración de Jesús, y en el huerto de Getsemaní, donde Jesús se retiró a orar en agonía ante la perspectiva de su pasión y muerte. También fue testigo privilegiado de las apariciones de Jesús resucitado y de la pesca milagrosa en el Mar de Tiberíades.Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, Pentecostés encontró a Juan el Apóstol en espera orante, ya como uno de los máximos referentes junto a Pedro de la primera comunidad. Juan acompañó a Pedro, tanto en la predicación inicial en el Templo de Jerusalén (donde, apresados, llegaron a comparecer ante el Gran Sanedrín por causa de Jesús), como en su viaje de predicación a Samaría.La mención del nombre «Juan», antecedido por el de «Santiago» y el de «Cefas» (Simón Pedro), como uno de los «pilares» de la Iglesia primitiva por parte de Pablo de Tarso en su epístola a los Gálatas es interpretada por la mayoría de los estudiosos como referencia de la presencia de Juan el Apóstol en el Concilio de Jerusalén.Las polémicas que sobre él se abatieron y aún se abaten (en particular, si Juan el Apóstol y Juan el Evangelistafueron o no la misma persona, y si Juan el Apóstol fue autor o inspirador de otros libros del Nuevo Testamento, como el Apocalipsis y las Epístolas joánicas -Primera, Segunda y Tercera-) no impiden ver la tremenda personalidad y la altura espiritual que a Juan se adjudica, no sólo en el cristianismo, sino en la cultura universal. Muchos autores lo han identificado con el discípulo a quien Jesús amaba, que cuidó de María, madre de Jesús, a pedido del propio crucificado (Stabat Mater). Diversos textos patrísticos le adjudican su destierro en Patmosdurante el gobierno de Domiciano, y una prolongada estancia en Éfeso, constituido en fundamento de la vigorosa «comunidad joánica»
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