¿Qué diferencia hay entre los micromachismos utilitarios, los ideológicos y los de control?
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Con objeto de describirlos adecuadamente, este autor es-
tableció una tipología de los micromachismos clasificándolos
en tres categorías (Bonino, 1995):
Los micromachismos coercitivos (o directos) incluyen
aquellos en los que el hombre usa la fuerza moral, psíquica,
económica o de su personalidad, para intentar doblegar a las
mujeres y convencerlas de que la razón no está de su parte.
Cumplen su objetivo porque provocan un sentimiento de
derrota posterior al comprobar la pérdida, ineficacia o falta
de fuerza y capacidad para defender las propias decisiones o
razones. Todo ello suele generar en las mujeres inhibición,
desconfianza en ellas mismas y en sus propios criterios y
disminución de la autoestima.
Los micromachismos encubiertos (o indirectos) incluyen
aquellos en los que el hombre oculta su objetivo de dominio.
Algunas de estas maniobras son tan sutiles que pasan espe-
cialmente desapercibidas, y por ello pueden llegar a ser más
efectivas que las anteriores. Este tipo de actuaciones impi-
den el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola
en la dirección elegida por el hombre y aprovechan su de-
pendencia afectiva y su pensamiento "confiado", provocan-
do en ella sentimientos de desvalimiento, confusión, culpa y
dudas que favorecen el descenso de la autoestima y la auto-
confianza.
Finalmente, los micromachismos de crisis suelen utili-
zarse para restablecer el reparto previo y mantener la des-
igualdad cuando aumenta el poder personal de la mujer por
cambios en su vida o por la pérdida de poder del hombre
por razones físicas o laborales.
Posteriormente, este mismo autor reorganiza su pro-
puesta manteniendo las tres categorías descritas (aunque di-
ferenciando nuevos elementos en algunas de ellas) y aña-
diendo una nueva, los micromachismos utilitarios. En la Ta-
bla 1 se incluye un listado detallado de estas cuatro categorí-
as.
El concepto de micromachismo ha sido incluido y con-
siderado desde un punto de vista teórico en la literatura so-
bre violencia contra las mujeres desde su formulación con
relativa frecuencia. Algunos ejemplos de ello los encontra-
mos en Corsi (1995), Bosch y Ferrer (2002), Corsi y Peyrú
(2003), Lomas (2003), Instituto de la Mujer (2005) o Ruiz-
Jarabo y Blanco (2005). Sin embargo, el análisis empírico de
estas formas de violencia más sutiles y encubiertas y de las
actitudes hacia ellas no había sido abordado hasta la fecha en
nuestro entorno.
Por otra parte, en los últimos años son muchas las inves-
tigaciones que han determinado el predominio de las actitu-
des negativas hacia la violencia contra las mujeres en la pare-
ja (en más de un 90% de casos), tanto en población general
como en colectivos específicos (CIS, 2001, 2004, 2005; Co-
misión Europea, 1999; Expósito y Moya, 2005; Ferrer,
Bosch, Ramis, Torrens y Navarro, 2006; Gallup, 2004; Pala-
cios et al., 2005). Este amplio rechazo social parece un logro
evidente del trabajo de sensibilización que viene realizándose
en las últimas décadas desde instituciones y organizaciones
no gubernamentales. Sin embargo, el optimismo que podría
desprenderse de este tipo de resultados queda matizado por
la realidad ya que la incidencia de este problema se hallaría
entre el 10%-50% de la población femenina, según