¿Qué diferencia hay entre El Padre Nuestro, Shema Israel y El Salt?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Como vimos anteriormente, el Padrenuestro aparece siempre en el rezo del Oficio privado de san Francisco, quien añade «sanctissime» a la invocación inicial, que suena, por tanto, así: «Oh santísimo Padre nuestro». En los salmos del Oficio de la Pasión se emplea esta misma invocación ampliada, que expresa, a la vez, reverencia y confianza. Por tanto, la invocación Padre, que evoca la Oración sacerdotal de Jesús (Jn 17), es una constante de la oración del Santo de Asís. Sin embargo, en el texto que vamos a leer Francisco no sólo amplía la invocación inicial del Padrenuestro, sino que medita frase por frase la «Oración del Señor», haciendo una exposición del Padrenuestro que recibe normalmente el título de Paráfrasis del Padrenuestro.
EN CONTINUIDAD CON UNA LARGA TRADICIÓN
El Padrenuestro, oración del Señor, tuvo siempre un significado muy particular en la vida de la Iglesia. Es la única oración que Jesús enseñó expresamente, a petición de sus discípulos: «Cuando oréis, decid así: Padre, sea santificado tu nombre» (Lc 9,2); o, como leemos en la redacción de Mateo, más amplia e introducida luego en la liturgia: «Debéis orar así: Padre nuestro que estás en los cielos» (Mt 6,9).
Jesús dejó esta oración a la Iglesia como medida para valorar la actitud orante de los cristianos y como modelo al que debe atenerse todo diálogo con Dios. Dado su alcance normativo, el Padrenuestro fue interpretado y comentado muchas veces, desde los primeros tiempos de la Iglesia, y desempeñó un papel muy importante en la catequesis de los catecúmenos, a quienes se entregaba esta oración como preparación inmediata al bautismo, momento a partir del cual podían recitarla.
La oración del Señor, la oratio dominica, pertenecía, tal vez en el pasado más que ahora, a la constitución fundamental del cristiano. De hecho, en un tiempo en que la gente no sabía leer ni escribir, solían aprenderse de memoria una serie de oraciones a fin de servirse de ellas cuando se quería rezar. La más común y la más conocida era, sin duda, el Padrenuestro. Y para que no se volviera una fórmula vacía, se comentaba y explicaba mediante predicaciones y comentarios escritos. Esto dio origen a muchos comentarios del Padrenuestro, como los de Tertuliano (fallecido después del 220), Orígenes (†253), Cipriano (†259), Agustín (†430).
En el medievo se incrementó aún más el interés por estos comentarios. Por eso no tiene nada de extraño el hecho de que la composición de Francisco esté emparentada con varios textos anteriores. En efecto, la Paráfrasis hunde sus raíces en la teología de la alta Edad Media, que fue el ambiente espiritual donde nació.[1]
Sorprende que, en una época en que se escribían y circulaban tantos comentarios sobre el Padrenuestro, Francisco no se contentara con tomar uno de ellos y redactara su propio comentario. Como en tantos otros casos, también en éste Francisco demuestra ser creativo. Asume la tradición de manera creativa. Toma de ella y marca lo que toma con su impronta personal.
AUTENTICIDAD Y CARACTERÍSTICAS
Debido a las claras relaciones existentes entre la Paráfrasis del Padrenuestro de Francisco y las ideas y pensamientos de la teología de la alta Edad Media, sobre todo de la teología agustiniana, y ante la comprobación de un estilo literario más elaborado que el de otros textos de Francisco, muchos investigadores negaron, hasta hace pocos años, la autenticidad de este opúsculo. Si la paternidad de una obra escrita no se entiende en el sentido estricto propio de nuestro tiempo y se admite que Francisco se sirviera para su redacción, como hizo para redactar otros escritos, de la ayuda de hermanos culturalmente bien preparados y capaces de escribir, no hay motivo alguno para dudar de la autenticidad de la obra.
Kajetan Esser (†1978) publicó en 1970 un amplio estudio crítico-histórico sobre la Paráfrasis.[2] He aquí un resumen de sus resultados sobre la autenticidad y las particularidades de este opúsculo:
Explicación: