Que diferencia estructural se pueden encontrar entre el hidrogeno (H) que se encuentra ubica
en la tabla periódico y el hidrógeno molecular (H,) que se encuentra en el aire?
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O
W
N
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La evidente progresión desde la tabla periódica de Mendeléyev hasta las recientes versiones, y la síntesis de los elementos hasta el 118, han dado una cierta perspectiva de final de etapa, y de que "la tabla periódica ya se ha completado". Pero ello no es en absoluto así: los científicos siguen buscando fundamentar la estructura de la tabla periódica, y proponen variantes en la ubicación de elementos. Y todo ello, al margen de que se descubran (se sinteticen) elementos adicionales, tarea en la que algunos laboratorios están inmersos.
La tabla periódica, en estado no estacionario
A veces los científicos dan la impresión, con sus escritos y conferencias, de que la ciencia ha ido paulatinamente progresando hasta un estado, el actual, que —sin explicitarlo— consideran bastante definitivo. Pero, a veces, este estado no es tan estable como pueda parecer.
Refiriéndonos a la tabla periódica de los elementos químicos la progresión que ha habido desde las primeras versiones de Mendeléyev hasta la forma actual es evidente, y parece que no pueda evolucionar. Con la síntesis de los últimos elementos, hasta el 118, se ha dicho por parte de muchos comentaristas que "la tabla periódica ya se ha completado". Pero ello no es así. Probablemente vengan nuevos elementos, y además puede modificarse la posición de algunos, por variadas razones.
Ha habido dos momentos culminantes en la evolución de la tabla periódica. El primer momento fue el de su nacimiento, a cargo de Dmitri Mendeléyev en 1869; es decir, la constatación de que los elementos ordenados según una propiedad no trivial como es su peso atómico permitía una estructura en la que se veían ciertas regularidades en sus propiedades; y, además, que esta regularidad permitía dejar ciertos vacíos en la ordenación, correspondientes a elementos postulados pero todavía no descubiertos. Hay que destacar que esta ordenación es, en cierto modo, contraintuitiva, porque no tiene absolutamente nada que ver la ordenación por pesos atómicos —determinados experimentalmente a partir de los pesos de combinación— con la ordenación por densidades —también denominadas pesos específicos— , determinadas a partir de manipulaciones relativamente sencillas. Los ejemplos más llamativos son los de gases (el nitrógeno, por ejemplo), de densidad muy baja, pero que tienen un peso atómico superior a algunos sólidos, cuya densidad mucho más alta, como el berilio; por no citar el caso del gas radón, todavía no conocido cuando se hacía la ordenación por pesos atómicos, y que tiene más peso atómico que el 85 % de elementos de la tabla periódica.
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El segundo momento culminante en la evolución de la tabla periódica fue el descubrimiento de los espectros de emisión de los elementos por parte de von Broek y Moseley, en 1913, que, junto con los descubrimientos del electrón y del núcleo atómico, y con los primeros modelos atómicos de Bohr, permitieron postular la estructura electrónica de los átomos y la definición de su número atómico Z o número de protones en el núcleo. La ordenación de los elementos siguiendo la orden creciente de números atómicos permitió diseñar la nueva tabla periódica, denominada física por parte de algunos autores. Esta ordenación tiene diferentes ventajas respecto de la anterior ordenación basada en pesos atómicos:
• no tiene ambigüedad, porque los números atómicos siguen la sucesión de números naturales
• no hay valores fraccionarios, a diferencia del que pasaba con los pesos atómicos
• desaparecen algunas irregularidades de la tabla ordenada por pesos atómicos, en que se tenían que ubicar elementos de más peso atómico antes que otros de menor peso atómico, para mantener la regularidad de las propiedades
• quedaban más claras las posiciones de los elementos vacantes aun no descubiertos.
La primera tabla periódica basada en la ordenación por estructuras electrónicas fue presentada por Langmuir (1919). Desde aquel momento, y en pocos años, casi todas las tablas periódicas han seguido esta ordenación, con docenas de modelos diferentes pero todas ellas, sin excepción, con los elementos ordenados según la secuencia creciente de números atómicos.
Entre los modelos más difundidos está la tabla corta, donde los elementos están clasificados en siete filas horizontales o periodos, del 1 al 7, y en dieciocho columnas o grupos, del 1 al 18, con diferentes huecos debidos a las diferentes configuraciones electrónicas de los átomos; además, con los metales lantánidos y actínidos en dos filas normalmente sin numerar, ubicadas bajo la parte principal de la tabla periódica. La periodicidad de propiedades se aprecia especialmente en los grupos.
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Explicación: