Historia, pregunta formulada por melchormanuel37, hace 17 horas

¿Qué decía el discurso político de Hitler?​

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Contestado por mariarose4450
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Respuesta:

¿Qué decía el discurso político de Hitler?​

Llamamiento del gobierno del Reich al pueblo alemán

Discurso pronunciado el 1 de febrero de 1933

Más de catorce años han transcurrido desde el infortunado día en que el pueblo

alemán, deslumbrado por promesas que le llegaban del interior y del exterior, lo perdió

todo al dejar caer en el olvido los más excelsos bienes de nuestro pasado: la unidad, el

honor y la libertad. Desde aquel día en que la traición se impuso, el Todopoderoso ha

mantenido apartada de nuestro pueblo su bendición. La discordia y el odio hicieron su

entrada. Millones y millones de alemanes pertenecientes a todas las clases sociales,

hombres y mujeres, lo mejor de nuestro pueblo, ven con desolación profunda cómo la

unidad de la nación se debilita y se disuelve en el tumulto de las opiniones políticas

egoístas, de los intereses económicos y de los conflictos doctrinarios.

Como tantas otras veces en el curso de nuestra historia, Alemania ofrece desde el día

de la revolución un cuadro de discordia desolador. La igualdad y la fraternidad

prometidas no llegaron nunca, pero en cambio perdimos la libertad. A la pérdida de

unidad espiritual, de la voluntad colectiva de nuestro pueblo, siguió la pérdida de su

posición política en el mundo.

Calurosamente convencidos de que el pueblo alemán acudió en 1914 a la gran

contienda sin la menor noción de haberla provocado, antes bien movido por la única

preocupación de defender la nación atacada, la libertad y la existencia de sus habitantes,

vemos en el terrible destino que nos persigue desde noviembre de 1918 la consecuencia

exclusiva de nuestra decadencia interna. Pero el resto del mundo se encuentra asimismo

conmovido desde entonces por crisis no menos graves. El equilibrio histórico de

fuerzas, que en el pasado contribuyó no poco a revelar la necesidad de una interna

solidaridad entre las naciones, con todas las felices consecuencias económicas que de

ella resultan, ha sido roto.

La idea ilusoria de vencedores y vencidos destruye la confianza de nación a nación y,

con ello, la economía del mundo. Nuestro pueblo se halla sumido en la más espantosa

miseria. A los millones de desempleados y hambrientos del proletariado industrial,

sigue la ruina de toda la clase media y de los pequeños industriales y comerciantes. Si

esta decadencia llega a apoderarse también por completo de la clase campesina, la

magnitud de la catástrofe será incalculable. No se tratará entonces únicamente de la

ruina de un Estado, sino de la pérdida de un conjunto de los más altos bienes de la

cultura y la civilización, acumulados en el curso de dos milenios.

Amenazadores surgen en torno a nosotros los signos que anuncian la consumación de

esta decadencia. En un esfuerzo supremo de voluntad y de violencia trata el comunismo,

con sus métodos inadecuados, de envenenar y disolver definitivamente el espíritu del

pueblo, desarraigado y perturbado ya en lo más íntimo de su ser, para llevarlo de este

modo a tiempos que, comparados con las promesas de los actuales predicadores

comunistas, habrían de resultar mucho peores todavía que no lo fue la época que

acabamos de atravesar en relación con las promesas de los mismos apóstoles en 1918.

Empezando por la familia y hasta llegar a los eternos fundamentos de nuestra moral y

de nuestra fe, pasando por los conceptos de honor y fidelidad, pueblo y patria, cultura y

riqueza, nada hay que sea respetado por esta idea exclusivamente negativa y

destructora. Catorce años de marxismo han llevado a Alemania a la ruina. Un año de

bolchevismo significaría su destrucción. Los centros de cultura más ricos y más ilustres

del mundo quedarían convertidos en un caos.

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