¿Qué controles sanitarios, veterinarios y de calidad se aplican para el intercambio de productos de la industria alimentaria?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
se que es mucho la verdad
Explicación:
El principal objetivo de los trabajos veterinarios es proteger al consumidor de la posibilidad de que las enfermedades animales afecten a los alimentos y, en consecuencia, se transmitan a las personas. Los animales que se utilizan como fuente de alimento (leche, carne) deben cumplir con rigurosas condiciones de producción. La lucha contra las zoonosis, la vigilancia de la calidad y la inocuidad de los alimentos, e incluso la investigación en el campo de la biomedicina, son algunas de las principales tareas que cumplen los veterinarios. La inspección en este campo debe ser capaz de reaccionar a casos de enfermedades animales o epidemias y evitar su propagación. La identificación de los animales tiene un papel fundamental porque posibilita a los inspectores rastrear los animales ante enfermedades epidémicas, detectar el origen y adoptar los planes de prevención más adecuados en cada situación.
Inspecciones veterinarias
En el ámbito comunitario, la Oficina Veterinaria (FVO) realiza auditorías sobre el terreno en materia de seguridad alimentaria, salud y bienestar animal y vegetal. El objetivo es mejorar los sistemas nacionales de control para asegurar que los consumidores tengan acceso a alimentos seguros que siguen estrictos controles y que el comercio se realiza en condiciones elevadas de seguridad. Algunas de las funciones de los inspectores veterinarios son:
Supervisar los productos alimenticios destinados al consumo humano en la recepción y almacenamiento.
Seleccionar muestras de alimentos con métodos estadísticos, realizar evaluaciones sensoriales, determinar y registrar la temperatura de los productos y alimentos en las zonas de almacenamiento.
Evaluar el envasado y etiquetado de acuerdo a la normativa.
Determinar la calidad del producto y elaborar informes de inspección.
Recopilar, elaborar y enviar muestras al laboratorio para el análisis.
Identificar posibles condiciones insalubres en las instalaciones de almacenamiento.
Realizar funciones de conformidad con las normas de buenas prácticas y elaborar informes en caso de sospecha de fraudes.
Todas estas acciones pretenden reducir el riesgo de contaminación de los productos animales con bacterias patógenas, de la granja a la mesa. Y durante todo este proceso, el sector veterinario es una de las principales garantías para conseguirlo.
Mayor protección al consumidor
Microbiología, epidemiología, enfermedades y saneamiento animal son algunos de los factores que determinan la seguridad de los alimentos de origen animal. La formación de los veterinarios como profesionales de la higiene de los alimentos los sitúa en la vanguardia de los programas en seguridad alimentaria. Y es que la higiene de los alimentos es un campo especializado de la medicina veterinaria. Esta especialización se basa en el estudio de la medicina de los animales de producción, la etiología, prevención y tratamiento de enfermedades (incluidas las contagiosas e infecciosas para las personas), los principios de la epidemiología y la investigación de brotes de enfermedades.
Uno de los principales desafíos de la veterinaria es la salud pública, ya que los consumidores están expuestos a la amenaza de las enfermedades transmitidas a través del consumo de carne de pollo, leche, queso, huevos o pescado. Estas enfermedades muestran la necesidad de contar con profesionales formados que tengan acceso a los riegos y establezcan los procesos necesarios para reducir o eliminar estas amenazas, entre las que figuran también las consideradas exóticas.
BIENESTAR ANIMAL
El bienestar animal es uno de los aspectos clave para la profesión veterinaria y también es una garantía de mayor seguridad de los alimentos. Uno de los sectores de producción que más atención recibe en este sentido es el de las gallinas ponedoras, cuyo bienestar ha demostrado tener efectos directos en la calidad de los alimentos que proceden de ellas. El modo como se crían, la densidad de las jaulas y la alimentación que reciben son fundamentales para la calidad de los huevos.
Una nueva normativa nacional, que se aplicará a partir de enero de 2012, obligará a los productores de huevos a sustituir las jaulas clásicas por otras acondicionadas. Según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), la mayoría de las jaulas en las que se crían las gallinas destinadas a la producción de huevos no están acondicionadas. La puesta en marcha de esta nueva hoja de ruta pretende ayudar a los productores a monitorizar estas jaulas y adaptarse a las nuevas condiciones de producción.