¿Qué contratiempos enfrentó la causa de la independencia venezolana y que dijo Bolívar con su proclama?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Una de las personalidades más polémicas de la historia latinoamericana es Simón Bolívar (1783-1830); su procedencia social, su formación intelectual, su destreza militar y su vida política configuran un panorama polifacético, cargado de claroscuros y matices que impiden emitir una valoración unívoca sobre sus acciones y decisiones. Es imposible estudiar su vida política sin entender sus diversas campañas militares, o analizar su pensamiento sin concebir en él la herencia del liberalismo del siglo XVIII al lado de algunas ideas provenientes de la tradición hispánica más conservadora. Más que un ilustre político, un lúcido patriota o un héroe empeñado en libertar a América y en consolidar una gran república hispanoamericana, Simón Bolívar es hijo de su tiempo, y es, sobre todo, una imagen que se ha fundado a partir de amores y odios, de necesidades políticas y de glorias que redundan en el engrandecimiento fundacional de los países a que dio lugar su lucha emancipadora. En efecto, cuando se estudia la manera en la que se ha integrado la figura de Bolívar como punto de anclaje de la historia de los países que libertó, se puede notar que fue de manera paulatina como el “culto bolivariano” se edificó; a la vez que sus promotores iban dejando de lado la versión más polémica de su vida, iban difundiendo explicaciones tendientes a minimizar el efecto de muchas de sus acciones, al tiempo que condenaban a las personalidades que en su época hicieron oposición o se enfrentaron a las decisiones políticas de libertador2.
Bástenos enunciar el caso colombiano, en el cual la historiografía relegó hasta más o menos 1872 la figura de Bolívar a un segundo plano, no hizo parte de ninguna celebración especial e incluso, fue vista de manera crítica, toda vez que sus acciones tuvieron repercusiones directas en la disolución de su gran proyecto: una poderosa y gran república hispanoamericana, que empezó a vertebrar a partir de lo que se conoce como la Gran Colombia (1819-1831) –llamada en la época la República de Colombia– y que soñaba con extender por todo el subcontinente latinoamericano3; también porque a partir de las adhesiones y enemistades alrededor de su personalidad se fraguaron las pugnas que enfrentaron a los militares con los políticos, a los caudillos con los legisladores, a los propios territorios torpemente unidos por una legislación y una economía en ciernes y a las facciones que, después de disolución de Colombia, dieron origen a los partidos políticos en los tres países resultantes4.
No fue pues una figura conciliadora y fundacional en términos historiográficos, sino una línea divisoria cuyo trazado alineó bandos y selló enemistades. También sirvió para explicar los rumbos equívocos de la primera parte de la historia de los países en cuestión. Por esta razón su presencia en la historiografía resultaba polémica y tuvo, hasta cierto punto, un tratamiento crítico, sobre todo en los textos históricos de la Nueva Granada, país en el que había generado resentimientos entre los focos ilustrados y liberales de la Gran Colombia, cercanos al vicepresidente Francisco de Paula Santander (1792-1840), quien fuera su más fuerte opositor5.