¿Qué consecuencias tuvo y tiene el triunfo del Sistema Capitalista, a nivel planetario, sobre la cuestión, económica, social-política y especialmente ambiental?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La separación de las poblaciones respecto de sus medios históricos de
producción, la aparición del trabajo asalariado y la constante reproducción de
los mecanismos de acumulación son tres de los procesos que reaparecen en forma
permanente en los diversos lugares que el capital va colonizando o recolonizando
(es decir reocupando los espacios con renovadas formas de economía de mercado,
en correlación con la evolución mundial de este y con el progreso tecnológico) y así
son mayoritariamente tratados por la bibliografía actual que rescata el análisis de la
acumulación originaria (o primitiva) para el estudio de la sociedad contemporánea;
«acumulación primitiva es una reproducción constante de la acumulación, sea
en términos de la renovada separación de las nuevas poblaciones respecto a
los medios de producción y subsistencia, sea en términos de la reproducción
de las relaciones asalariados dentro de las establecidas relaciones del capital»
(Bonefeld, 2012: 61). Son bien conocidas las consecuencias negativas que estos
violentos—en la mayoría de los casos— procesos de separación causaron y siguen
causando sobre las personas y comunidades asentadas en las tierras conquistadas
(o reconquistadas) por el capital. Este proceso de apropiación y separación fue
y sigue siendo un mecanismo esencial para el desarrollo del capitalismo, por
cuanto provee el soporte necesario tanto en fuerza de trabajo como en libertad
de usufructo de los recursos espacio-territoriales presentes; «el brutal proceso de
separación de la gente respecto a sus medios de auto-provisión, conocido como
acumulación primitiva, causó enormes sufrimientos materiales a la gente común.
Esta misma acumulación primitiva proveyó las bases para el desarrollo capitalista»
(Perelman, 2012: 42). Así
que tuvieron una escasa presencia en las luchas de mediados de los años 50 para
reconstruirse ya complejamente a partir de una serie dialéctica de antagonismos
que van desde los étnicos, pasando por los socioculturales, de clases, de soberanía,
territoriales y de recursos ecológicos (Hernández et al., 2010; Escobar de Pabón,
2004; Farah et al., 2011). Es que la insurrección y la nueva gobernabilidad a partir
de las premisas del «buen vivir» plantea reivindicaciones, cambios, reformas y
posicionamientos que dialogan permanentemente con diversas contradicciones,
amparados en una situación sociohistórica, de las tantas que abundan en América
Latina, en donde la instalación de la reproducción ampliada se superpone en
forma permanente con los mecanismos de la acumulación originaria, pues la
vía mercado-plusvalía del capitalismo se conjuga con los procesos de violencia,
saqueo y desposesión sobre comunidades, territorio, etnias y recursos ecológicos.
El complejo procesos de reivindicaciones y transformaciones del presente pivotea
sobre esta complejidad, y aunque no puede llegar, en muchas ocasiones, a la médula
de los mecanismos de opresión y explotación, nos plantea un desafío intelectual
y sociopolítico digno de tenerlo claramente presente. La Revolución cubana, por
su parte, además de sus cualidades que desandan todos los esquemas rígidos,
inauguró por su parte toda una década de fuerte rebelión (no solo política, sino
teórica y cultural) en toda América Latina que necesitó finalmente de sangrientas
dictaduras para imponer modelos de individualismo extremo, destruyendo redes y
solidaridades históricas en el marco de modelos socioeconómicos y políticos
neoliberales e ideológico-culturales neoconservadores. Siempre estuvo en juego
un modo de acumulación y desposesión concentrado, que conjuga reproducción
ampliada y acumulación originaria liderados durante décadas por la doctrina
del desarrollo y la modernización contra diversas estrategias de liberación y
construcción de modos alternativos y que vienen encontrando en los poderes
concentrados y en las políticas neoliberales-conservadoras una fuerte resistencia,
tal lo que viene ocurriendo en Brasil, Argentina, Ecuador y también Venezuela
(Ansaldi, 2017; Azzelini, 2017; Veltmeyer, 2017; Oliver, 2017; Martuscelli, 2017).
Este proceso complejo fue variando a lo largo del tiempo y el espacio no solo
gracias al momento histórico y el paradigma político vigente, sino además gracias
a la estructura social y política, a la construcción cultural ideológica y a la lectura
que esta haga de la primera según las características de las clases involucradas en
los procesos de conflicto
Respuesta:
La comprensión de la actual crisis del sistema capitalista mundial reviste una gran complejidad analítica: concita siete explicaciones teóricas canalizadas por tres vertientes paradigmáticas, expresa diez dimensiones críticas, afronta cuatro paradojas sintomáticas y suscita seis respuestas políticamente diferenciadas. Además de examinar el intrincado debate, este artículo analiza críticamente la crisis como un problema de carácter estructural, sistémico y civilizatorio. En primera instancia, esta es una crisis de valorización que entraña una espiral de sobreacumulación, la caída de la tasa de ganancia y la ruptura de las dinámicas de acumulación; pero en última instancia significa una crisis civilizatoria. La acumulación mundial centralizada, comandada por el capital transnacional y basada en la explotación del trabajo barato, devastación ambiental y financiarización muestra sus verdaderos límites. Empero, el gran capital pretende restaurar el proceso de concentración de capital, poder, riqueza y conocimiento, sin importar que la vida humana y el metabolismo social estén amenazados de múltiples formas.