que consecuencias tuvo la firma del concordato para las mujeres
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Respuesta:
Ambiente histórico del Concordato
Este ambiente explica mucho del significado y del espíritu defensivo del Concordato de 1887, que, junto con la Constitución de 1886, buscaba poner fin a esta serie de conflictos. Apenas finaliza la guerra de 1876, el nuevo presidente, general Julián Trujillo, del grupo independiente (antirradical), pide al Congreso la derogación de la ley de inspección o tuición de cultos y el indulto de los obispos desterrados. Además, se dan instrucciones al encargado de negocios en Italia, José María Quijano Wallis, para buscar obtener un modus vivendi con la Santa Sede. Sin embargo, este arreglo debía aparecer como de carácter privado y concedido espontáneamente por el Papado, pues la Constitución de 1863 no permitía celebrar concordatos con la Santa Sede. Un convenio de esta especie se logró entre el cardenal Lorenzo Nina, secretario de Estado del Vaticano, y el general Sergio Camargo, nombrado agente confidencial ante la Sede Apostólica. La Convención Nina-Camargo era un arreglo preliminar para reestablecer relaciones y prevenir conflictos futuros: el gobierno colombiano se comprometía a derogar la tuición de cultos, indemnizar por los perjuicios económicos, restablecer la renta nominal que compensaba por la desamortización, levantar el destierro a los obispos e indultar a los sacerdotes que hubieran sido condenados. Por su parte, la Santa Sede permitía la posesión pacífica de los que hubieran comprado bienes desamortizados y levantaba las censuras y penas eclesiásticas que había impuesto a todos los implicados en la desamortización.
Pero el Congreso de 1881, dominado por los nuñistas, se negó a ratificar la Convención por motivaciones políticas: no se quería dar ese triunfo político a un radical como Camargo, cuyas alusiones a los motivos personales que el ya presidente Núñez tendría para oponerse a la ratificación del convenio lo llevaron a un enfrentamiento borrascoso con el secretario (ministro) de Educación y Relaciones Exteriores, Ricardo Becerra. En su mensaje al Congreso, Núñez anunció que había resuelto rechazar el Convenio, ya que el gobierno había ido tan lejos como era posible en el camino de la tolerancia y del respeto a la religión, pero consideraba inconstitucional la exigencia de la Santa Sede que pedía la sanción de las leyes canónicas por parte de la República.
Rafael Núñez siempre trató de desmentir la especie según la cual él estaba condicionando todo convenio con la Santa Sede al arreglo de su situación matrimonial, ya que era divorciado y vuelto a casar, según la legislación entonces imperante. Por esta situación, sus relaciones con el delegado de la Santa Sede, Juan Bautista Agnozzi, no fueron nada cordiales. Parece que Agnozzi no se mostró muy dispuesto a tramitar la anulación del primer matrimonio del presidente. Pero, según la propia Soledad Román de Núñez, el proceso fracasó porque la Santa Sede exigía una acusación formal contra la primera esposa de Núñez, Dolores Gallego, a lo que se opusieron tanto el propio Núñez como ella misma.