qué consecuencias trajo el muro de Berlín? y la caída de éste?
Respuestas a la pregunta
qué consecuencias trajo el muro de Berlín? y la caída de éste?
coronita y corazon plz
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La consecuencia para Berlín con la caída del muro fue el reencuentro de muchas familias y amigos que durante años habían quedado separados. El Muro de Berlín se diferenciaba de muchos otros muros que han existido y siguen existiendo, en que mientras éstos otros impiden la entrada de extranjeros, éste se levantó para encerrar a los berlineses del Este y evitar que siguieran desplazándose por miles a Berlín Oeste. Pero el Muro de Berlín simbolizaba también a la perfección el Telón de Acero que separaba a los alemanes y al resto de europeos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Desde el minuto uno estos dos mundos entraron en tensión en lo que se conoció como la Guerra Fría, y Berlín fue durante mucho tiempo el escenario donde los dos adversarios se miraban mutuamente.
Entonces fue cuando las autoridades de la República Democrática de Alemania el 13 de agosto de 1961 levantaron el Muro. La consecuencia para la República Democrática de Alemania fue su desaparición, no por su unificación con la República Federal de Alemania en un nuevo Estado, si no en la absorción que llevo a cabo esta última. La unificación alemana fue también un reto para la Comunidad Económica Europea ya que Alemania ahora tenía que transferir la mayoría de sus fondos a las regiones que poblaban sus nuevos compatriotas. En cuanto a la Europa que quedaba fuera de la Unión Europea podemos hablar de tres tipologías de procesos.
En el primero tenemos aquellos países en los que la apertura ha llevado al abandono del sistema socialista y la adopción del sistema capitalista a través de un plan de choque, prescindiendo de cualquier tipo de estado del bienestar, y que los llevaría muy pronto a llamar a las puertas de la OTAN y de la Unión Europea. Finalmente, la última tipología, tenemos los países que surgieron tras la implosión de la propia Unión Soviética. El 8 de diciembre de 1991, las repúblicas fundadoras de la Unión Soviética, Rusia, Ucrania y Bielorrusia, contrariamente a la voluntad de sus pueblos expresada en un referéndum, firman el Tratado de Belavezha, y la superpotencia deja de existir como estado y como realidad geopolítica. Para los europeos la caída del Muro de Berlín supuso un reencuentro, una esperanza, y nuevos mercados.
Sin embargo, para los Estados Unidos la caída del Muro de Berlín y la respectiva caída «de inmediato» del socialismo real fue la prueba de que había vencido en la Guerra Fría. Creo que es suficiente con lo dicho hasta ahora para comprender que la Guerra Fría fue ganada por los Estados Unidos por la incomparecencia del contendiente, pero por parte de Washington esto fue interpretado como una victoria. El propio cuestionamiento de la globalización económica y cultural en el núcleo de los países que la idearon y pusieron en funcionamiento al finalizar la Segunda Guerra Mundial prueba que el optimismo que muchos tuvieron aquel 9 de noviembre de 1989 fue algo del momento. En cuanto a Europa, la gran beneficiada de la caída del Muro de Berlín, hoy, 30 años después, frente a la emergencia del populismo patriótico y los fundamentalismos anda muy perdida porque no se atreve a emanciparse.
Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha mantenido una posición subalterna que le ha permitido crecer interiormente pero no lo suficiente para abandonar la fragilidad que causa la fuerza de los mercados y los retos tanto locales, regionales, y globales. Frente a la decepción de Donald Trump con su política de hacer grande América de nuevo, el resarcimiento de Rusia de Putin tras el desastre, la ascensión de China como la fabrica del mundo, la irrupción del terrorismo islámico, las guerras en Oriente Medio, y la emergencia de los desheredados del planeta que llaman a sus puertas, hoy se impone que Europa no pierda el tiempo en peleas estériles internas y de el paso hacía la edad adulta.