Historia, pregunta formulada por luisaguirre44, hace 1 año

¿Que conflictos se presentan ante los cambios producidos por el ingreso de la mujer al mercado laboral?

Respuestas a la pregunta

Contestado por Usuario anónimo
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Respuesta:

La definición del término “trabajo” suscita de por sí una controversia y existe una

multiplicidad de acepciones del concepto. Las distintas definiciones que aportemos del

mismo no son neutras, implican una forma muy determinada de considerar la sociedad

y un posicionamiento incluso político en torno al propio concepto.

Hay quienes diferencian entre trabajo productivo y no-reproductivo; productivo e

improductivo; quienes consideran trabajo a aquellas actividades que impliquen

intercambio monetario. Si realizamos una lectura en clave feminista del concepto de

trabajo hemos de rechazar los mercados y lo monetario como eje de análisis y pasar a

sustituirlos por el mantenimiento de la vida y el tiempo de la vida.

Trabajo es por tanto mucho más que trabajo asalariado. El trabajo tradicionalmente

desempeñado por las mujeres y no remunerado se ha venido llamando “trabajo

doméstico”, si bien esa denominación podemos considerarla un tanto simplista. Fue a

partir de la década de los sesenta cuando comenzó a considerarse trabajo el llamado

trabajo doméstico.

Al hacer alusión al trabajo doméstico el concepto nos evoca las tareas materiales que

se desempeñan en los hogares (planchar, fregar, lavar, cocinar, tender, etc.). Sin

embargo cuando queremos hacer referencia a ese trabajo invisibilizado y realizado

tradicionalmente por las mujeres el término “trabajo de cuidados” se nos antoja más

preciso y definitorio de todo lo que ese trabajo implica y de sus componentes afectivos

y relacionales al margen de lo material (cuidar a las personas adultas, ancianas o

enfermas, a las niñas y los niños, etc.). De este modo, para referirnos a ambas

dimensiones de este tipo de trabajo podemos hablar de trabajo doméstico y de

cuidados.

Lo cierto es que el hecho de que tradicionalmente la economía se haya centrado en la

producción y el intercambio mercantil, relegando el trabajo doméstico y de cuidados al

plano de lo no-económico deriva de las relaciones de poder establecidas en el reparto

de los trabajos y sus frutos. Es decir, tradicionalmente, por razones culturales e

ideológicas, los hombres tienen y han tenido asignado el trabajo de mercado que  

representa las actividades socialmente valoradas y económicamente remuneradas y

las mujeres, por el contrario, han venido teniendo asignadas las actividades que están

fuera del mercado y no gozan ni de remuneración ni de reconocimiento social, las

relativas a la reproducción de la fuerza de trabajo y el cuidado de las personas.

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