¿Que conflictos se presentan ante los cambios producidos por el ingreso de la mujer al mercado laboral?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La definición del término “trabajo” suscita de por sí una controversia y existe una
multiplicidad de acepciones del concepto. Las distintas definiciones que aportemos del
mismo no son neutras, implican una forma muy determinada de considerar la sociedad
y un posicionamiento incluso político en torno al propio concepto.
Hay quienes diferencian entre trabajo productivo y no-reproductivo; productivo e
improductivo; quienes consideran trabajo a aquellas actividades que impliquen
intercambio monetario. Si realizamos una lectura en clave feminista del concepto de
trabajo hemos de rechazar los mercados y lo monetario como eje de análisis y pasar a
sustituirlos por el mantenimiento de la vida y el tiempo de la vida.
Trabajo es por tanto mucho más que trabajo asalariado. El trabajo tradicionalmente
desempeñado por las mujeres y no remunerado se ha venido llamando “trabajo
doméstico”, si bien esa denominación podemos considerarla un tanto simplista. Fue a
partir de la década de los sesenta cuando comenzó a considerarse trabajo el llamado
trabajo doméstico.
Al hacer alusión al trabajo doméstico el concepto nos evoca las tareas materiales que
se desempeñan en los hogares (planchar, fregar, lavar, cocinar, tender, etc.). Sin
embargo cuando queremos hacer referencia a ese trabajo invisibilizado y realizado
tradicionalmente por las mujeres el término “trabajo de cuidados” se nos antoja más
preciso y definitorio de todo lo que ese trabajo implica y de sus componentes afectivos
y relacionales al margen de lo material (cuidar a las personas adultas, ancianas o
enfermas, a las niñas y los niños, etc.). De este modo, para referirnos a ambas
dimensiones de este tipo de trabajo podemos hablar de trabajo doméstico y de
cuidados.
Lo cierto es que el hecho de que tradicionalmente la economía se haya centrado en la
producción y el intercambio mercantil, relegando el trabajo doméstico y de cuidados al
plano de lo no-económico deriva de las relaciones de poder establecidas en el reparto
de los trabajos y sus frutos. Es decir, tradicionalmente, por razones culturales e
ideológicas, los hombres tienen y han tenido asignado el trabajo de mercado que
representa las actividades socialmente valoradas y económicamente remuneradas y
las mujeres, por el contrario, han venido teniendo asignadas las actividades que están
fuera del mercado y no gozan ni de remuneración ni de reconocimiento social, las
relativas a la reproducción de la fuerza de trabajo y el cuidado de las personas.
Explicación: