¿Que células del sistema imune son las más afectadas por el coronavirus?
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Aunque todavía no se conoce con exactitud cómo funciona el coronavirus COVID-19, sí está quedando claro que afecta de forma diferente a personas jóvenes y a la población de mayor edad. Mientras que los jóvenes suelen tener síntomas leves e incluso superar la enfermedad sin apenas darse cuenta (asintomáticos), en muchos casos la población de riesgo padece síntomas graves y requiere hospitalización.
De hecho, la mayoría de defunciones por coronavirus se deben al caos que el virus provoca en el sistema inmunitario, y no al daño causado por el virus en sí. Así, una vez infectado por COVID-19, el cuerpo activa las defensas habituales para luchar contra el virus. Esto implica la activación de interferones, grupos de proteínas encargadas de interferir en la multiplicación del virus y así disminuir su peligro. Los interferones también mandan señales para activar otras células defensivas, y así controlar la infección.
Esta respuesta inicial es la que provoca los síntomas leves, como fiebre o tos, que sirven para alertar al cuerpo del ataque y para intentar expulsar los virus, respectivamente. Esto explica también el período que pasa entre que el virus entra en el cuerpo y los primeros síntomas, el tiempo de incubación, que ha dificultado el control de la pandemia.
La respuesta de los interferones proporciona tiempo al resto de defensas inmunitarias para actuar. La segunda línea de defensas incluye anticuerpos específicamente víricos y células T, que atacan directamente al virus. Estas células son las que evitan volver a infectarse una vez superado el virus.
Sin embargo, en algunas ocasiones el virus se puede multiplicar y extender por el cuerpo antes de que el sistema inmunitario pueda reaccionar. Esto ocurre cuando una gran cantidad de virus ha infectado el cuerpo, como puede ser el caso de los sanitarios expuestos constantemente al coronavirus; o bien cuando las defensas inmunitarias del paciente están debilitadas, como ocurre con la población de riesgo.
Así se explica que sea la población mayor y pacientes con otras enfermedades o inmunodeprimidos los que sufran las consecuencias más graves por el virus. Si el COVID-19 consigue alojarse en los pulmones, puede desarrollarse una pulmonía. En este punto, gran parte del daño no es provocado por el propio coronavirus, sino por la respuesta del sistema inmunitario tratando de eliminar todas las células infectadas.
Si el cuerpo consigue recuperar el control e ir destruyendo el virus, la persona infectada se recuperará. Sin embargo, la respuesta de las defensas inmunitarias puede ser tan drástica que dañe las restantes células sanas de los pulmones, resultando en los casos más graves. Esto es lo que ocurre cuando se liberan las citocinas. En la mayoría de muertes por coronavirus, se ha observado esta acción desenfrenada de las citocinas, que acaban debilitando al cuerpo.
Según las primeras investigaciones, los pacientes con un sistema inmunitario debilitado, como las personas inmunodeprimidas y las de mayor edad, son las que presentan una respuesta inmunológica más agresiva. Esto es lo que ha llevado a algunos expertos a recomendar tratamientos antivirales en las fases tempranas del COVID-19, para evitar llegar a una fase crítica. Para los que llegan a esta última fase de la enfermedad, puede que los medicamentos inmunosupresores sean efectivos; ya que ayudarían a regular la respuesta inmune.
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