¿Que caracteristicas tenia el ayuno en los sacrificios y ofrendas?
Respuestas a la pregunta
Ayuno y ofrendas de ayuno
“A tu prójimo ayudaste y así serviste a tu Señor” (Himnos, Nº 16).
Ofrendas de ayuno: Un mandamiento sencillo con una promesa maravillosa
Fragmento del discurso del presidente Henry B. Eyring “¿No es éste más bien el ayuno que yo escogí?”. Él analiza las bendiciones del ayuno y la historia de una mujer humilde que paga una ofrenda de ayuno generosa.
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El Salvador Jesús enseñó que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Al sacrificarnos y prestar servicio a los demás como lo hizo el Salvador, tanto quienes dan como quienes reciben son bendecidos con compasión, empatía y amor, los cuales conducen a la exaltación y a la vida eterna.
El obispo Dean M. Davis enseñó que “el cuidado de los pobres y necesitados es una doctrina fundamental del Evangelio y un elemento esencial en el eterno plan de salvación” (“La ley del ayuno: Una responsabilidad personal de cuidar del pobre y del necesitado”, Conferencia General de octubre de 2014).
Las Escrituras están repletas de este mandato de servir a los demás.
“Porque no faltarán menesterosos de en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” (Deuteronomio 15:11).
El ayuno y las ofrendas de ayuno son una manera de ayudar a cuidar de los pobres y los necesitados.
“El Señor ha establecido la ley del ayuno y las ofrendas de ayuno para bendecir a Su pueblo y proporcionarle un medio para que sirva a los necesitados (véase Isaías 58:6–12; Malaquías 3:8–12). Cuando los miembros ayunan, se les pide que den a la Iglesia una ofrenda de ayuno al menos semejante al valor de los alimentos que no hayan comido. De ser posible, deben ser generosos y dar más. Las bendiciones relacionadas con la ley del ayuno son una cercanía al Señor, mayor fortaleza espiritual, bienestar temporal, mayor compasión y un deseo más fuerte de servir” (Manual 2, 6.1.2).
¿Qué significa ayunar?
El ayuno es un mandamiento del Señor donde nos humillamos ante Él al abstenernos voluntariamente de ingerir alimentos y bebidas (véase D. y C. 88:76).
En la Iglesia hoy en día, se aparta un día de reposo al mes con el fin de ayunar. Los miembros de la Iglesia se abstienen de alimentos y agua durante dos comidas consecutivas en un período de 24 horas y luego contribuyen el dinero que hubieran gastado por la comida a los necesitados (véase Alma 34:28).
El ayuno ha sido una práctica de los profetas de Dios y los miembros de Su Iglesia desde los tiempos antiguos. En los tiempos del Antiguo Testamento, Moisés y Elías el Profeta ayunaron (véase Éxodo 34:28; 1 Reyes 19:8). Para los israelitas, el ayuno se utilizaba con frecuencia en determinadas ocasiones o para recibir ayuda divina. En la época del Nuevo Testamento, Jesucristo ayunó cuarenta días y cuarenta noches en preparación para Su ministerio (véase Mateo 4:1–4). Él enseñó a Sus discípulos sobre el poder y la importancia del ayuno. Este mandamiento de ayunar continúa en nuestros días.
¿Cómo hago para que mi ayuno sea una ofrenda aceptable ante el Señor?
El élder Joseph.B. Wirthlin enseñó: “Sin la oración, el ayuno no es en realidad un ayuno completo; es simplemente pasar hambre. Si deseamos que nuestro ayuno sea algo más que simplemente el abstenernos de comer, debemos elevar nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras voces en comunión con nuestro Padre Celestial. El ayuno, combinado con la oración fervorosa, tiene gran poder; puede llenar nuestra mente con revelaciones del Espíritu y fortalecernos contra los momentos de tentación” (“La ley del ayuno”, Conferencia General de abril de 2001).
El élder L. Tom Perry dijo: “Cuanto más vivo, más me maravilla el sistema del Señor de velar por el pobre y el necesitado. Por cierto que ningún hombre diseñaría un procedimiento tan sencillo aunque profundo de satisfacer las necesidades humanas —crecer espiritual y temporalmente mediante ayunos regulares, donando al obispo la cantidad de dinero ahorrada al abstenerse de las comidas, la cual se usa para atender las necesidades del pobre, del enfermo, de los afligidos, quienes necesitan ayuda en su paso por la vida” (“La ley del ayuno“, Conferencia General de abril de 1986).
Escrituras relacionadas: Omni 1:26; D. y C. 59:12–16; Alma 17:3
¿Cómo puedo aprovechar el privilegio del ayuno?
El ayuno puede ser una experiencia más espiritual y acercarnos más a Dios. Tengan en cuenta lo siguiente:
• Empiecen y terminen el ayuno con una oración.
• Ayunen con un propósito (véase Mateo 17:18–21; Mosíah 27:22–23; Alma 5:45-46; 28:4–6; Helamán 3:35).
• Ayunen con un semblante feliz (véase Mateo 6:1–4, 16–18; 3 Nefi 13:16–18).
• Alienten a sus familias a ayunar, siempre sigan el consejo sabio del presidente Joseph F. Smith:
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