¿Qué características presentaba América hace 50.000 años atrás?
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Respuesta:era mas amiental
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Nadie sabe aún quiénes eran. Pero se sabe quiénes no eran. No eran ni neandertales ni Homo sapiens, aunque coexistieron con ambas especies, y con los Homo sapiens incluso se aparearon.
Los descendientes de aquellos apareamientos se extendieron hacia el sureste por Asia y hoy día el 5% del genoma de las poblaciones de Nueva Guinea y demás islas de Melanesia desciende de ellos.
Sus descubridores les llaman los denisovanos, en referencia a la cueva de Denisova, en Siberia, donde se han descubierto sus restos. Los dos únicos restos encontrados hasta ahora son la última falange del meñique de una niña que murió cuando tenía entre cinco y siete años y una muela de un adulto joven: dos pequeños fragmentos de esqueleto que prometen revolucionar el estudio de la evolución humana.
El análisis del genoma de la falange, presentado ayer en la revista científica Nature, revela que el linaje de los denisovanos se separó del de los neandertales hace unos 640.000 años. El último ancestro común con los Homo sapiens se remonta a hace más de 800.000 años. Por lo tanto, los denisovanos estaban más estrechamente emparentados con los neandertales que con los Homo sapiens. Los investigadores proponen en Nature que “los denisovanos son un grupo hermano de los neandertales”.
No se ha podido establecer con precisión la antigüedad de los dos fósiles, que son demasiado pequeños para ser datados directamente, aunque los investigadores creen que tienen más de 50.000 años. Esta estimación se deriva del análisis de huesos de animales hallados junto a los fósiles.
En aquella época, el mundo se encontraba en plena era glaciar y los inviernos en Denisova, en el sur de Siberia, debían ser crudos. Los denisovanos, que convivían con rinocerontes y mamuts, debían abrigarse con pieles, aventura Johannes Krause, coautor de la investigación, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania).
También es posible que fueran más corpulentos que los humanos de latitudes más cálidas, ya que el aumento de tamaño corporal es una adaptación habitual a climas fríos para conservar el calor interno y aumentar la supervivencia, como se observa en osos polares (más grandes que los osos pardos), en tigres de Siberia (más grandes que los de Bengala) o en la especie humana (más altos en Escandinavia que en España).
Sin embargo, el tamaño corporal de los denisovanos debió depender del territorio que ocuparan, que se desconoce. El descubrimiento de que el 5% del genoma de las poblaciones de Melanesia es herencia de los denisovanos indica que “en algún momento tuvieron que estar en algún lugar donde se encontraron con los ancestros de los melanesios, y presumiblmente esto no ocurrió en el sur de Siberia”, escriben los invetigadores en Nature. Según la hipótesis que defienden, los denisovanos se extendieron por Asia de modo similar a como los neandertales se extendieron por Europa y, al igual que los neandertales, se extinguieron tras la llegada de los Homo sapiens.
Los investigadores se abstienen de presentar a los denisovanos como una nueva especie equiparable a los neandertales. “No hay una definición de especie que sea universalmente aplicable; prefiero no tomar una posición porque llevaría a discusiones inacabables”, ha justificado en un correo electrónico Svante Pääbo, director de la investigación, del Instituto Max Planck en Leipzig.
Carles Lalueza, especialista en ADN antiguo del Institut de Biologia Evolutiva UPF-CSIC, que no ha participado en la investigación, coincide en que “el concepto de especie es muy resbaladizo”. La gran lección que ofrece el genoma de Denisova, según Lalueza, es que “nos enseña que el modelo que tenemos de la evolución humana es de una simplificación excesiva y que tendremos que reconsiderarlo”.
Este modelo, basado en el estudio de la forma de los fósiles, propone que las especies humanas han evolucionado de manera lineal, sin cruzarse unas con otras, como ramas de un árbol que se bifurcan. Pero los análisis genéticos demuestran que los cruces entre especies han sido recurrentes a lo largo de la historia humana. Así, el nuevo modelo que emerge es más como una hiedra, con ramas entrelazadas, que como un árbol.
No es que la visión clásica de la evolución humana sea errónea, advierte Tomàs Marquès, coautor de la investigación. Pero es una visión en baja resolución, mientras que la genética permite ver en alta resolución aspectos que escapan a la paleontología. Por lo tanto, afirma, es una visión correcta a grandes rasgos e imprecisa en el detalle. Y “lo que vemos al estudiar los detalles es que la evolución humana ha sido más compleja de lo que pensábamos hasta ahora
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