Qué características poseen las revoluciones sociales y políticas?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
¿Qué características poseen las revoluciones sociales?
Una revolución social suele generarse cuando una revolución política involucra, además, cambios profundos en la repartición de las riquezas, en el acceso a los bienes o en el control de los medios de producción. No constituye una simple restructuración violenta de los poderes políticos sino que además genera una restructuración violenta del tejido de la sociedad. En ese sentido, pueden ser mucho más sangrientas y acarrear mucho más dolor social que las revoluciones políticas.
Un buen ejemplo de revolución social fue la Revolución Francesa, que si bien tuvo en sus inicios un talante meramente político (convertir la monarquía absolutista en una monarquía parlamentaria), terminó convertida en una guillotina de aristócratas y contrarrevolucionarios, cuando las facciones más radicales de los sublevados se hicieron con el poder y aspiraron a una transformación profunda del tejido social francés, erradicando a sus enemigos mediante decapitaciones selectivas. El resultado de dicho cambio social sería el advenimiento del bonapartismo, y después la instauración de la primera democracia moderna en Occidente.
¿Qué características poseen las revoluciones políticas?
Cuando se habla de una revolución política se refiere siempre a cambios radicales en el modo de ejercer y detentar el poder. En ese sentido, las revoluciones políticas suelen involucrar a las instituciones del Estado y ser ejercidas por quienes detentan el poder social y económico. Por eso es frecuente que sirvan de palanca para el cambio de las estructuras políticas, aunque este cambio puede dar pie al surgimiento de fuerzas inesperadas. En ese sentido, las revoluciones políticas suelen ser relativamente poco sangrientas, excepto en los casos en que derivan en revoluciones sociales o en conflictos bélicos.
Un perfecto ejemplo de una revolución política fue la Revolución Cubana, en la que las milicias de Fidel Castro tomaron el control político de Cuba en enero de 1959 y derrocaron la dictadura de Fulgencio Batista.
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