Historia, pregunta formulada por loxor, hace 1 año

que cambios politicos se produjeron en Mexico en los últimos 10 años

Respuestas a la pregunta

Contestado por karlaandrea200521
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El México de antaño era un país de instituciones. Esas instituciones no eran democráticas ni liberales (ni se fundamentaban en un Estado de derecho), pero cumplían cabalmente su función de mantener la estabilidad política y hacer posible el desarrollo económico en aquellas épocas en que los gobiernos tuvieron una política económica coherente y adecuada, como ocurrió en los cincuenta y sesenta. El México de las últimas décadas atestiguó la erosión de esas instituciones sin que se forjara algo que las substituyera. Un gobierno tras otro se dedicó a minar la estabilidad anterior sin desarrollar el andamiaje institucional de una nueva sociedad. No es casualidad que el país llegara al inicio de los noventa en condiciones verdaderamente críticas.

De manera paralela, a partir de los ochenta, el gobierno comenzó a responder a la desafiante realidad con sus propias iniciativas. La reforma económica constituye otro poderosísimo motor de cambio. La reforma de la economía fue la bandera gubernamental para sacar al país del estancamiento, romper con los obstáculos al crecimiento que se habían hecho evidentes en los sesenta y setenta y, en última instancia, evitar el colapso del viejo orden político. Aunque orientada a transformar la economía, la reforma económica tenía un profundo sentido político. Los gobiernos de los ochenta en adelante reconocieron los riesgos a la estabilidad política que representaba el estancamiento económico; sabían bien que una población grande, creciente y caracterizada por profundas desigualdades no sería tolerante de un periodo prolongado de inflación, estancamiento y pobreza. Así, la reforma económica nació para evitar un colapso político.

Inevitablemente, las dos lógicas, la de la sociedad y la del gobierno, entraron en conflicto. La sociedad demandaba cambios en los diversos órdenes, así como el ejercicio cabal de sus derechos ciudadanos, lo que necesariamente implicaba una transformación del sistema político. El gobierno buscaba restaurar la capacidad de crecimiento de la economía justamente para mantener inalterado el orden político existente. A pesar de lo anterior, los cambios económicos promovidos por el gobierno minaron de manera inevitable el viejo orden político sin crear nuevos mecanismos de resolución de conflictos y participación ciudadana. De esta manera, al final de los ochenta los mexicanos nos encontramos con que ya no operaban con eficacia las viejas instituciones que le conferían estabilidad económica y social al país, pero que tampoco se habían creado las nuevas que harían posible darle forma y vida a la sociedad del siglo XXI.

En la década de los noventa México cambió para siempre, pero no por efecto de gobiernos más iluminados que los que les precedieron, sino por el hecho de que el país confrontó, quizá por primera vez desde la revolución de 1910, el riesgo real de la inestabilidad. Al inicio de los noventa ya no había opciones: o el país se transformaba o se desintegraba. Ese dilema fue suficiente para obligar a los gobiernos y, en menor medida, a la población, a actuar con determinación y celeridad.

Cualquiera que dude de la precariedad del momento o de los riesgos que se presentaron no tendría más que voltear hacia atrás y recordar los sucesos, buenos y malos, que caracterizaron al país en esos años. A lo largo de la última década el país pasó por la detención de la Quina, el líder petrolero que amenazó al viejo sistema político (y a la estabilidad del país) y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el candidato del PRI a la presidencia en 1994; la negociación del Tratado de Libre Comercio y la transformación de la economía mexicana en una de las más importantes del mundo; el levantamiento de los zapatistas y la consolidación del Instituto Federal Electoral, así como del Tribunal Federal Electoral; el ascenso a la presidencia de Ernesto Zedillo, un presidente que de entrada rechazó ejercer el liderazgo del partido que había mantenido el control político del país desde 1929 y el triunfo de Vicente Fox, el primer presidente no emanado del PRI en la historia moderna de México; la mayor crisis económica de nuestra historia reciente y el surgimiento de una espectacular plataforma exportadora. Sin duda, los acontecimientos de los noventa transformaron a México para siempre.

Todos estos cambios han ido de la mano con las transformaciones que experimenta el mundo. La caída del muro de Berlín transformó el orden político internacional y, quizá por primera vez en más de un siglo, México no se quedó a la zaga. En franco contraste con nuestra tradicional propensión a postergar las decisiones y suponer que nosotros somos distintos, impermeables a la influencia del mundo exterior, durante los noventa, México se abocó a transformarse y a comenzar a crear las condiciones para un desarrollo integral en el futuro. Visto desde esta perspectiva, el potencial de hoy es virtualmente infinito.

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