que beneficios trajo la unificación politica-territorial y cultura del imperio romano
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La base política de Roma fue militar y tuvo como principal objetivo la expansión, ya sea por razones económicas o estratégicas. La unificación de la península Itálica bajo el dominio de Roma fue una tarea difícil que comenzó al inicio de la República. Las guerras contra los vecinos etruscos, los celtas, los samnitas y los sabinos marcaron los primeros años de esta tarea.
Posteriormente, los romanos conquistaron las colonias griegas meridionales -la Magna Grecia- con lo cual Roma tuvo bajo su poder todos los territorios situados al sur del río Po (275 a.C.). Después de completar el dominio de toda Italia en el 264 a.C., se organizó el territorio en una federación de estados logrando la unificación política de la península.
La estrategia expansionista apuntó después a las otras dos grandes potencias mediterráneas de la época: Cartago y Macedonia.
Explicación:
Respuesta:La historia o, mejor dicho, la historiografía, como cualquier otra
ciencia, no se renueva cada día. La construcción de conocimientos
históricos es una tarea, necesaria pero difícil, que a menudo sobrepasa el esfuerzo individual y que, en ocasiones, requiere la dedicación de varias generaciones de historiadores. Es natural, por
tanto, que los conocimientos acuñados en forma de interpretaciones
de fuentes o hechos se mantengan durante algún tiempo hasta que
se convierten en meros tópicos historiográficos. Cada época, cada
historiador tiene conciencia, no sólo de que tales lugares comunes
existen, sino también de que resulta difícil su erradicación por varias razones. En primer lugar, por su variada morfología. Hay tópicos en las teorías que se asumen tradicionalmente como válidas,
pero también en los conceptos, los planteamientos, las hipótesis y
hasta en las interpretaciones o explicaciones propuestas de forma
acrítica. En segundo lugar, por miedo a cuestionar una «construcción» que se ha mantenido fírme durante años, décadas e incluso
siglos. En fin, porque erradicar no consiste sólo en cuestionar la solidez del «edificio» historiográfico, levantado generalmente con
buenos materiales, sino también en derrumbarlo presentando una
alternativa diferente, más razonable, actualizada y satisfactoria.
Historia de la Roma antigua
La Historia Antigua y, en particular, la historiografía del mundo romano no es ajena a este fenómeno. Cada año se publican en el
mundo miles de artículos y centenares de libros sobre los temas
más diversos, aunque sólo unos pocos suponen cambios sustanciales en los conocimientos adquiridos. Pero también es cierto que
una nueva fuente de información, una novedosa reinterpretación
puede cambiar la percepción del «universo» romano y, en consecuencia, su interpretación, comprensión y explicación. No obstante, estos cambios historiográficos son más notorios en unos períodos que en otros, por razones obvias: el mito se presta más a la
interpretación que la economía; la legislación es menos discutible
que la estructura social; en fin, los sistemas políticos suelen ser más
perdurables que las creencias religiosas. En su ciclo vital un romano podía cambiar de creencias (de los dioses domésticos a los
públicos, de éstos a los «extranjeros»), pero pocos vivieron la experiencia histórica del paso de un sistema político determinado a
otro diferente: de la Monarquía a la República; de ésta al Imperio;
dentro de éste incluso del Principado al Dominado. Por otra parte,
se constata fácilmente que los períodos más tempranos son también
los peor documentados y, en consecuencia, sujetos a todo tipo de
lucubraciones. Desde la protohistoria italiana hasta la desaparición del Imperio Romano de Occidente en 476 hay casi quince siglos de evolución histórica aunque, a decir verdad, la historia romana propiamente dicha no es anterior al siglo vil a.C. ni posterior
a mediados del v. A medida que se avanza en el tiempo cambia
también el tipo de fuente de información; las fuentes arqueológicas
van dejando paso a las «escritas», y más tarde las fuentes literarias
a las «historiográficas» sensu stricto. No obstante, la historiografía
reciente ha puesto finalmente — por así decirlo— orden en el caos
y hoy el «discurso arcaico» tiene poco o nada que ver con el de
hace tan sólo dos décadas. Algo similar puede decirse del período
«republicano», aunque aquí la tendencia es anterior. Baste recordar
que una obra como La revolución romana de R. Syme, dedicada a
los últimos decenios republicanos y que significa un salto cualitativo en este tipo de estudios, se publicó por primera vez en Oxford,
1939, con una reimpresión en 1968, aunque la traducción española es de 1989. Pero tópicos e innovaciones son también frecuentes
en el análisis histórico del período imperial y, especialmente, en la
Roma bajoimperial. Aquí el problema principal estriba en el res-
Introducción
peto consuetudinario que, salvo raras excepciones, la historiografía
Explicación:
Léelo todo y lo entenderás :)