que aspectos de la filosofia griefa clasica trancendieron al pensamiento de hoy
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La afirmación de que el patrimonio intelectual de Occidente empieza con la Grecia antigua se ha convertido en un axioma. En la antigua Grecia se identificaron fenómenos variadísimos, hoy considerados científicamente correctos. Desde la localización del raciocinio en el encéfalo, anunciada por Herófilo de Calcedonia hacia el siglo IV a. C., hasta el heliocentrismo formulado por el astrónomo Aristarco de Samos en el siglo III a. C. o los cálculos de la circunferencia terráquea de Eratóstene. En la misma Grecia, reputada por ser la cuna de la filosofía, tuvo también un peso enorme la cultura popular Aristóteles, Herodoto y otros intelectuales, como Plutarco, fueron los antecesores de los folkloristas del siglo XIX europeo, dándose a coleccionar fábulas, proverbios y otras muestras debidas al ingenio del vulgo. Los antes aludidos fueron pioneros en cimentar la que se transformó en fama enorme de Esopo. La existencia del cual es tan probable como la de Homero.
Los griegos tuvieron la voluntad de legar el pasado al futuro, de transmitir sus historias a los hijos o nietos de quienes las habían protagonizado, activa o pasivamente. Los historiadores modernos y contemporáneos suelen situar el inicio de la ciencia histórica en Herodoto, “el padre de la historia”, y en Tucídides, el “historiador” por excelencia. En la antigua Grecia, se hallan ya algunos de los rasgos definitorios de la historiografía occidental. Para empezar, el pensamiento griego generó no pocos intelectuales dedicados al quehacer histórico. Aparte de los nombres más conocidos, icónicos en los casos de Herodoto y Tucídides, hay una pléyade de historiadores poco visitados en general
La génesis de muchas palabras es griega. Etimologías y definiciones occidentales tienen sus orígenes en Grecia. El concepto de historia se encuentra en Aristóteles, en himnos homéricos, en Heráclito, en inscripciones boyóticas o en el título de la obra magna de Herodoto, las Historias. Con el significado de interrogarse o de aprender mediante preguntas, usando un mecanismo parecido al que sirve a los niños y a sus “¿por qué?” para acceder a la comprensión introspectiva de los mecanismos básicos con que se rige el mundo que les rodea, una de las reflexiones de Aristóteles lleva por título Preguntas sobre los animales o Peri ta zoa historiai.
En la época del Renacimiento, con la deificación del humanismo, la historia se circunscribió especialmente a los seres humanos. No era nada nuevo. Los griegos y los romanos ya habían marcado una línea divisoria intangible, aunque rotunda, entre los hombres y el resto de súbditos del reino animal. El cristianismo sancionó la exclusión, coincidente con buena parte de religiones anteriores, al considerar sólo al hombre imago . Los animales serían objeto de análisis por parte de las ciencias, en que intervenían los sentidos. De los hombres se ocuparía la parte rectora del cuerpo humano, la más noble, el cerebro, la sede del intelecto.