Religión, pregunta formulada por morenalujanmendez041, hace 28 días

que aseguraba vivir en sociedad ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por camilitaramiace506
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Respuesta:

Nos ha tocado vivir en tiempos difíciles. No porque la vida sea compleja –siempre lo fue- sino porque nuestra relación con la naturaleza ha contribuido a desarticular los sistemas naturales que constituyen el hábitat de muestra especie. Hemos desbordado los límites de la Biosfera y roto la variabilidad de muchos procesos ecológicos, lo que nos ha traído a un mundo incierto y lleno de riesgos. En este escenario, la moda del "aquí y ahora" ha impregnado el imaginario colectivo. Hemos preferido quemar las naves del presente antes que prever un futuro sostenible para nuestros hijos y nietos.

Los actuales sistemas de vida son muy vulnerables. No solo por su tamaño, sino por la intrincada red de relaciones de todo tipo que los mantiene. En esas condiciones de alta complejidad, cualquier pequeño fallo en una parte del sistema afecta seriamente al conjunto. Y un diminuto virus, una bacteria, pero también una colilla en un bosque o una decisión equivocada a la hora de pulsar un botón, pueden poner en jaque a toda la sociedad mundial. Este es el mundo que hemos creado. Nos guste o no, es lo que hay.

Así que sería bueno que no nos asombrásemos tanto cuando nos ocurren sucesos extraordinarios como el que estamos viviendo con el coronavirus. Porque el mundo ha entrado en una nueva época –el Antropoceno- en la que lo extraordinario va a ser bastante frecuente y tendremos que aprender a vivir así. La incertidumbre y el riesgo se han convertido en nuestros compañeros de viaje, espoleados por la emergencia climática. Y ya no vale lamentarse, sino aprender a gestionar esa incertidumbre con serenidad y sentido común porque, querámoslo o no, ese es el horizonte de la humanidad de aquí en adelante.

El espectáculo de la gente vaciando los supermercados nos dice, sin embargo, que muchos creen todavía en la "salvación" individual, que acumulando comida o dinero estaremos a salvo de los efectos indeseables de cualquier emergencia. Pero esa es una simplificación que muestra la falta de información y formación que hoy reina en nuestra sociedad sobre el momento histórico que estamos viviendo. También de la falta de solidaridad y de sentido común.

Comencemos por lo primero. Quienes trabajamos en temas ambientales no hemos contado con el suficiente apoyo para difundir el mensaje del Antropoceno a la población. Y aunque lo hemos explicado aquí y allá, las televisiones y la mayor parte de los medios han preferido edulcorar el presente teniéndonos entretenidos antes que contar con toda su crudeza la situación del planeta, que es – no podría ser de otro modo- la de la humanidad.

En cuanto a la formación, hemos dejado que prosperase la idea de que lo grande es siempre mejor. Eso nos ha llevado a más de una catástrofe, porque, en la dialéctica entre lo grande y lo pequeño, lo apropiado es, generalmente, lo que nuestros maestros (Bateson, Schumacher…) llamaban "el tamaño óptimo". Un óptimo definido con criterios que no están guiados por el beneficio a corto plazo sino por la adaptabilidad y viabilidad de una vida sobre el planeta tanto ecológica como socialmente. Eso incluye el largo plazo, visión de futuro.

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