Que aporta el socialismo a la democracia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
A contrapelo con las consideraciones anteriores, ¿cuál sería la conexión existente entre socialismo y democracia. ¿Es efectivo que existiría una correlación negativa entre socialismo y democracia? De ser esto así, ¿se trataría de una conexión esencial, o de una de carácter puramente factual? Así como más arriba hemos examinado en general la relación entre capitalismo y democracia, examinaremos a continuación, también en términos generales y abstractos, la conexión existente entre socialismo y democracia. No debe caerse, sin embargo, en el error de medir ambos sistemas con la misma vara histórica. Porque mientras es posible llegar a establecer la naturaleza de la relación entre capitalismo y democracia a partir de un examen de lo que ha sido la realidad histórica de dicha formación social en los últimos dos o tres siglos, no nos parece legítimo utilizar un procedimiento semejante para poder determinar la relación entre socialismo y democracia. Ello por una razón fundamental. El capitalismo es una formación social madura, consumada, que ha existido históricamente ya por tiempo suficiente como para mostrar su naturaleza esencial, así como la dirección general de sus posibles desarrollos futuros. El socialismo, por el contrario, representa una realidad históricamente mucho más reciente, y aún en proceso de constitución. Cada día es más claro que “el socialismo realmente existente”, en la célebre expresión popularizada por Rudolf Bahro11, que irrumpiera en la historia en 1917, consiguió encarnar de modo muy precario y problemático los ideales y teorías socialistas, cuando no las desvirtuó y traicionó. Esto fue así por diversas y complejas causas que examinaremos brevemente a continuación. Por tales motivos nos parece inadecuado todo intento de determinar el carácter de la conexión entre socialismo y democracia, simplemente a partir de una lectura de aquellas limitadas experiencias históricas. O dicho de otro modo, mediante un simple contraste entre la teoría y la realidad del socialismo. Tal procedimiento es inaceptable porque se basa en el indemostrado supuesto de que el socialismo sería reductible a aquellas realidades; que en su corta existencia el socialismo habría demostrado ya de modo inequívoco que posee un carácter irrevocablemente antidemocrático y autoritario. O para decirlo con terminología filosófica: que la esencia del socialismo se reduciría a lo que hasta ahora ha sido su existencia histórica. Tal afirmación es, por cierto, enteramente infundada, y en última instancia indemostrable.